domingo, 23 de noviembre de 2014

AMOR DE POESÍA



AMOR DE POESÍA
Advertí que mi pluma era de gorrión, y un amarillo faisán entre oscuras letras anunciaba con tal alegría, otra navidad... pero no sé, estoy confundida, me enredo, doblo el cuello y me escondo bajo la roca bendecida, en donde hay un cofre para dos, y te espero desnuda...
Llueve ahora, llueven besos y quiero mojarme contigo, que se llene de ruido el huerto, de perfume, de nidos...
Que el mundo sea un sonido orquestado por las aves y los caminantes del bosque, ¡que huela a caña a pino, a roble!
Que las flores abran en cualquier estación en el tiempo y estemos como las aves, arrodilladas esperando la bendición de la mies en el vientre, y como los frutos, ansiando que un pasajero hambriento encuentre sosiego y paz bajo las ramas que los sostiene.
Advertí que estabas y que estoy, que pasé muchos años buscando el amor, que se desperdiciaron miles de días y segundos odiándonos, buscando en otros ojos lo que había de sobra en tu huerto, pero no importa, siempre hay un rayo de luz que se cuela por la ventana, a pesar de la oscuridad, entre más negra, más podemos su brillo divisar. 
Ahora, espero la promesa de unos brazos, al fin enredados en mi cuello, no los tuyos, dejaste que la flor se marchitara sin el riego de una gota de lluvia, sin una caricia siquiera, entonces volteo el rostro, si no eres tú, ¿entonces quién?, vas y vienes como una sombra, caminante mío, tesoro de todas y ninguna, dejas la sortija en cualquier bacín para que otras manos sucias manoseen lo que recibió bendición, y entonces apareces, diferente, eres otro, renovado, como un lucero donde brillan los azules intensos y corro hacia tu pecho, me pego como abeja sobre una flor y ahí me quedo, hasta que todo parece oro flotando a mi alrededor entre mucha luz, todo son rayos en una navidad que se acerca como globos de cristal esparcidos en el bosque. 
Y mi luz, una luz que va entre las hojas secas, sonríe ante mis locuras de amor, hago estación en su boca, sus brazos son mi verano, y su lengua mi otoño, en donde quedará mi última primavera, sin inviernos que nos lluevan los ojos, sino mojados bajo la lluvia los dos, abrigados por la misma ilusión que nos hace escribir un verso, que nos encuentra viendo la misma luna callada en las noches y se estaciona en nuestra barca, en esa pasajera ilusión de un poema, sí, un poema; tú y yo.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, noviembre 23/14

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