jueves, 23 de octubre de 2014

DIVAGANDO BLANCOS



DIVAGANDO BLANCOS
Y al verte, como a éste bosque verde y encantador, no sé lo que haré, creo que encenderá mi piel, y buscaré un rincón dentro de tus brazos para llorar.
Pero no... nunca he recibido tu respuesta, entonces le hablaré a mi declamador, al ruiseñor que aparecerá cuando todas las hojas de tu árbol se hayan ido, y una estela blanca lo arrope.
Escucha, te envío un beso, huele a pino silvestre, a magnolias frescas, tienen el olor de miles de estaciones que se colaron en mi corazón, allí me encontrarás y nos veremos a los ojos, cuando todo ésto pase, y seamos parte del aroma de un mundo nuevo.
Me elevaré como un cóndor, mis alas serán entre amarillas y ocre, como el bosque, y mis ojos como las hojas secas que acaricias en tus manos...
¿Ves como bailan las hojas?, me gusta el ritmo que llevan, tranquilas, pacientes como las ovejas blancas en las praderas, y también soy una de ellas, mi nombre es oveja, blanca y sutil, ¿o seré morena?, no importa lo que hay fuera, porque dentro de mí, sé que hay un inmenso amor que me llevará hasta donde la brisa del ahora decida, y me arrucharé en el rincón escogido por el destino, bajo una gran roca gris en donde veré el ocaso, tan de colores magníficos que nunca más lloraré lágrimas de sal, sino de nieve sobre tus manos, y me congelaré en ti por una eternidad.
Las nubes correlonas, ¿seremos los dos?, mezclados y combinados, ajustados al sol de la tarde y desvanecidos en la negrura de la noche.
Si amor, te amo... ¿pero en dónde estás? Te reinvento y te conjugo en mis letras para que nunca te vayas ni te alejes, como las sombras dulces de la primavera cuando se acerca el verano...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 23/14


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