¡¡CABRONES!!
¡Apártate angustia!,
aléjate de mi corazón.
Que huyan despavoridos
los que sin razón nos acosan,
doblen la rodilla y el cuello,
porque en un instante
se ocultará el sol.
¡Corran viejos vagabundos!,
apestan sus bocas
y la hediondez de sus manos me persigue,
pero ahora, ¿cuál es la carrera que llevo?
Él se fue en medio de pesares
y me quedé aquí sobre una loma,
tratando de volar más alto.
Escucho sones que vienen
son las brisas calientes de octubre
y mi país siempre vive en primavera,
aunque estén los ojos como púrpura de llorar,
y el sudor parezcan lágrimas sin destino.
¡Corre huevón!,
¡apúrate cabrón!
Mi boca quiere apestar
porque tengo mucho calor,
y el recuerdo vaga conmigo
es una espada que hiere y lastima.
Pero ahora,
tengo un segundo para pedir perdón:
¡Perdóname Señor!
Soy una obra perfecta tuya,
pero mi cerebro es el castigo
que me hace pecar
y mi boca viperina
es un veneno
que de a poco me aniquila.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 3/14
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