miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL BOSQUE Y LA HORMIGA/A Rafael Ramírez

EL BOSQUE Y LA HORMIGA/A Rafael Ramírez

¡Qué hermoso bosque!, digno para escribir un poema... dijo un ave parlanchina que siempre estaba pendiente de lo que el poeta hacía. Y entonces decidió escribir una historia que estaba resguardada bajo los pinares.

Erase una vez en un bosque donde las hojas secas caían de los árboles, y el poeta y su hormiga sembraban esperanzas y cosechaban amores viejos en medio de poesía, música y sonrisas.

Escuché el ruido de sus pasos al correr, ¡con razón tan delgado! –Pensé- y esa maña mía de querer adivinar el pensamiento ajeno y la buena forma en que nos parecía la vida de otros, cuando no revisábamos siquiera que también había profundas heridas en sus corazones y metas fijas en otras almas.

Una hormiga era su motivo, estaba claro, y nadie lo discutiría, ni el gorrión ni el águila, ni la avispa que a veces deseaba cazarlo, ni todas las aves hambrientas de amor, que llegaban a su bosque a donde sólo un motivo tenía: Su hormiga.

El poeta seguía corriendo, nadie se atravesaría en su camino, ni un amor, ni una rosa, ni las melodías empalagosas que siempre le enviaban, ni tantos poemas ocultos donde el amor parecía tener luz, pero su amor no era frágil, sino fuerte como la roca que lo endureció a fuerza de correr y sudar, por los tantos caminos de la vida.

Como se mutila un árbol por el comején, él no despreciaría a una mujer, y esa mujer tenía alas en su mente, con huellas de su propia sangre que lo multiplicaban arriba de las montañas, en donde los aztecas fundaron un imperio y un indio sencillo, soltaba rosas a los pies de los incrédulos.

Ha descansado sobre la roca…yo también, decidí poner freno a mi carrera desbocada… ¡allá va!… lleva los bolsillos llenos de granos para las aves, y los dedos calientes de tanto trabajar y buscar entre el paisaje, el abono para su mañana, y sembrar en su jardín los últimos abrazos y besos, que lo llevaron a correr a tan lejanas tierras.

Su hormiga tenía ojos negros, una mirada triste… -cuándo regresará?... ¡ya viene!...
Las hojas secas anuncian que pronto llegará y se abrazarán…

Una gran hoja trae sobre su pecho de poeta, un pétalo de rosa en forma de corazón halló, para ella… el único motivo que lo impulsa, y la única razón del bosque es resguardar los sueños del hombre…

A la distancia lo veo ser… la ama, no hay duda… buscaré otra melodía sin llorar…y hallaré también otro bosque que sea mío, para correr por los tantos sueños que tengo atorados, y seguir robando a la brisa un poco más de poesía.

Raquel
Barranquilla 10-09-14


Foto: EL BOSQUE Y LA HORMIGA/A Rafael Ramírez

¡Qué hermoso bosque!, digno para escribir un poema...  dijo un ave parlanchina que siempre estaba pendiente de lo que el poeta hacía. Y entonces decidió escribir una historia que estaba resguardada bajo los pinares.
Erase una vez en un bosque donde las hojas secas caían de los árboles, y el poeta y su hormiga sembraban esperanzas  y cosechaban amores viejos en medio de poesía, música y sonrisas.
Escuché el ruido de sus pasos al correr, ¡con razón tan delgado! –Pensé-  y esa maña mía de querer adivinar el pensamiento ajeno y la buena forma en que nos parecía la vida de otros, cuando no revisábamos siquiera que también había profundas heridas en sus corazones y metas fijas en otras almas.
Una hormiga era su motivo, estaba claro, y nadie lo discutiría, ni el gorrión ni el águila, ni la avispa que a veces deseaba cazarlo, ni todas las aves parlanchinas que llegaban a su bosque a donde sólo un motivo tenía: Su hormiga.
El poeta seguía corriendo, nadie se atravesaría en su camino, ni un amor, ni una rosa, ni las melodías empalagosas que siempre le enviaban, ni tantos poemas ocultos donde el amor parecía tener luz, pero su amor no era frágil, sino fuerte como la roca que lo endureció a fuerza de correr  y sudar, por los tantos caminos de la vida.
Como se mutila un árbol por el comején, él no despreciaría a una mujer, y esa mujer tenía alas en su mente, con huellas de su propia sangre que lo multiplicaban arriba de las montañas, en donde los aztecas fundaron un imperio y un indio sencillo, soltaba rosas a los pies de los incrédulos.
Ha descansado sobre la roca…yo también, decidí poner freno a mi carrera desbocada… ¡allá va!… lleva los bolsillos llenos de granos para las aves, y los dedos calientes de tanto trabajar y buscar entre el paisaje, el abono para su mañana, y sembrar en su jardín los últimos abrazos y besos, que lo llevaron a correr a tan lejanas tierras.
Su hormiga tenía ojos negros, una mirada triste… -cuándo regresará?... ¡ya viene!...
Las hojas secas anuncian que pronto llegará y se abrazarán…
Una gran hoja trae sobre su pecho de poeta, un pétalo de rosa en forma de corazón halló, para ella… el único motivo que lo impulsa, y la única razón del bosque es resguardar los sueños del hombre…
A la distancia lo veo ser… la ama, no hay duda… buscaré otra melodía sin llorar…y buscaré también otro bosque que sea mío, para correr por los tantos sueños que tengo atorados  y seguir robando a la brisa un poco más de poesía.

Raquel 
Barranquilla 10-09-14

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