SOMBRAS
Sombras con olor a
canela
sobre las praderas
pasan;
gacelas que fueron
olvidadas,
hombros de sangre viva
ojos de cal y canto.
¡Pero están todavía!,
gritan sus alegrías,
llevan sobre su cabeza
todo el peso de la iniquidad
en una desajustada
balanza.
Sombras de mujeres
diamantes negros de la
selva,
garzas de piernas
largas,
ojos verdes y azules,
¿de dónde acaso
llegaron?
Ahí están, Tomasa,
Francisca,
sus dulces del color de
su piel
sus voces fuertes,
poetas que gritan su
selva,
que buscan las almas
viejas
que alguna vez fueron
robadas.
¡Niña!, ¿llevas
alegrías?
¿Caballitos montados en
trozos blancos
donde la dureza de
afuera,
endulza ahora las
vidas?
¡Sí!, les tengo de
todos los dulces,
las hieles aún amargan,
las brisas salobres del
mar
entonan melodías entre
caracolas,
pero aquí vamos, con
pocas alegrías,
con las vanas sombras
que nos iluminan
a pesar de lo sombrío
de las orquídeas
negras.
¿Tienes de panela?,
si, nena, sólo morenas
vendemos,
son las más dulces, las
más cálidas,
¡si pudieras probarlas!
¡si tan solo ver a mis
ojos de miel!,
no serías tan pálido,
como tu alma.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio
20/14
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