El zar de las esmeraldas, Colombia.
ESMERALDAS
Dolores de madre
congeladas en las rocas,
caminos sembrados
de esperanzas
locas,
donde los pobres alcanzan
con sus pálidas bocas
lo que el poderoso lanza
que a la espada provoca.
En estos días locos
viviendo sólo de ganas
que no amortigua el dinero
ni el lobo necio apacienta,
mejor soy cenicienta
en éste cuento de hadas.
Joyas fueron tus ojos
¿qué otro tesoro querría?,
bosques y prados inmensos
cual insondable lejanía,
pero entre las horas
grises
lágrimas tiernas se quedan,
para colgar en mi cuello tus verdes,
que son mi prisión todavía,
hasta que al verte suceda
que tus joyas eran las mías
en tus perlas incrustadas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 22/14
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