CABELLERAS BLANCAS
Cual si fueran cabelleras de anciano
Con la mirada puesta al cielo,
semeja un nevado lo frágil,
intocables como el sol han de ser
como el alma de un verso
guardada en su mágico fondo,
congelada en sus aires de hombre,
que protege el corazón de la mujer.
Acuden de nuevo los ojos
prendidos se quedan de su estampa,
donde la hierba descansa y el mundo grita,
queda un silencio quebrado por ángeles
arropados de linos y sedas,
que se mimetizan con él, con la esperanza en los pies
y la oración en el aire.
¡Qué no lleguen los dragones!
Se quebrará lo único cierto,
como una vela encendida serán sus lágrimas
cayendo al foso oscuro de la inconsciencia.
Si abren la tierra, huirán a un bosque incierto sus besos
será un anciano vestido de muerte,
¿quién guardará sed para otro día?
¿y los que vienen después?
Pareciera que nacimos para destruir,
como voraces y malvados seremos recordados
las garrapatas que le robaron a la madre su vida,
y a sus protectores su divina gracia.
Ataviadas de novia serán vistas
pequeñas flores de pantano,
pero la melena del bosque, venerable y santa
no puede ser manoseada
por la ambición del hombre,
perderemos de la tierra, el alma.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 30714
Imagen: Internet
Con la mirada puesta al cielo,
semeja un nevado lo frágil,
intocables como el sol han de ser
como el alma de un verso
guardada en su mágico fondo,
congelada en sus aires de hombre,
que protege el corazón de la mujer.
Acuden de nuevo los ojos
prendidos se quedan de su estampa,
donde la hierba descansa y el mundo grita,
queda un silencio quebrado por ángeles
arropados de linos y sedas,
que se mimetizan con él, con la esperanza en los pies
y la oración en el aire.
¡Qué no lleguen los dragones!
Se quebrará lo único cierto,
como una vela encendida serán sus lágrimas
cayendo al foso oscuro de la inconsciencia.
Si abren la tierra, huirán a un bosque incierto sus besos
será un anciano vestido de muerte,
¿quién guardará sed para otro día?
¿y los que vienen después?
Pareciera que nacimos para destruir,
como voraces y malvados seremos recordados
las garrapatas que le robaron a la madre su vida,
y a sus protectores su divina gracia.
Ataviadas de novia serán vistas
pequeñas flores de pantano,
pero la melena del bosque, venerable y santa
no puede ser manoseada
por la ambición del hombre,
perderemos de la tierra, el alma.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 30714
Imagen: Internet
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