viernes, 25 de abril de 2014

LA REINA

LA REINA

Mi padre sabía de panales y de reinas, cada una tenía una misión dentro del panal, unas mantenían fresca a la madre, batían sus alas, para que la temperatura no se elevara más de lo normal.

Otras se encargaban de fabricar un exquisito alimento rico en proteínas, y todo lo que ella necesitara para estar fuerte y seguir poniendo sus perlas, muchas veces me mostró una celda con una crema blanca, y decía que ese era el alimento de la reina.

Le decía a mis hermanos que esa jalea real los mantendría siempre como toros fuertes.

Prestaba atención cuando él sacaba los panales, cubierto con su traje de gladiador fabricado por su reina, mi madre.

Decía: cuando hay otra reina, se retan a pelear o una de ellas abandona el panal para fundar su propia colmena.

Ella será la única que ponga huevos, será la consentida de todas sus hijas, y los zánganos son expulsados también, ella se apareará, con el mejor macho, dicen que con varios, pero ella será la única madre de todos, más el padre no lo será.

Hay nodrizas, limpiadoras, enfermeras, zánganos que no hacen nada, no producen ni esperma, pero hay otros que sí pueden cubrir a la reina, y son fértiles.

Hay quienes están como soldados a la puerta vigilantes, liberan un olor especial, cuando alguna de ellas es maltratada, y todas van en su ayuda, tratan de sanar a las enfermas, y a las que mueren las sacan de sus colmenas.

Muchas me picaron, pero él decía que eso era bueno para la salud, lo malo era que las abejas morían, pero detallaba esa pequeña jeringa, como una lágrima mínima que seguía inyectando veneno.

Sus abejas eran mansas en cierta época, después no quiso más, no recuerdo cuando fue que dejó de tener abejas, tal vez cuando salimos por primera vez de Zapatoca, las pocas cosas en un camión, y sus tesoros valiosos bajo una carpa sobre su volqueta, apiñados y angustiados por lo que vendría, pero ahora que recuerdo, sólo éramos felices, mientras mi reina y el dueño de la colmena, nos alentaban cada día con una oración y una sonrisa.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 25/14 

IMAGEN: Internet

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