EN MI LAGO
Se adorna de dorado el toche,
revolotea entre los verdes intensos;
amigo se hace de un lago cristalino
en donde una novia encuentra.
Tan blanco traje, que navega hasta sus ojos
silenciosa novia de encendido pico,
que a la orilla de su lago invita
a ese declamador tan digno.
¿Es para mí tu canto hermoso?
poeta, ¿eres tú el amor que me vistió de rojo?
se enciende todo en mí cuando te veo,
y me vuelvo pálida, cuando te alejas.
En mi lago encontrarás una cascada
se convierte en quebrada, y serpiente entre las rocas,
ondea como ella, en la orilla de las montañas,
y se va, sin desaparecer nunca su mágica cola.
Estaré para ti, cuando desees
diciéndote cosas de amor, para que te animes
¿algún día escucharé que también me amas?,
mi dulce poeta callado, silencioso
como del lago el cisne,
y del cielo , las blancas doncellas
que parecen correr tras de la nada.
¿Si te invito a volar, irás conmigo?
¿si a caminar, me acompañarás?
¿si te invito mi amor a soñar,
le darás alas a mis sueños?
Al verte, pareciera que tu aroma tiene imagen;
flores violeta sacudidas por la brisa,
uno que otro loco rompiendo la nuez de la vida,
tan dura corteza, más parece no luchar,
pues su fuerza viene del corazón
y su nobleza, de su cortesía.
Apacible lago recibe los besos de un árbol,
se llena el paisaje de brotes rosa,
se desgajan las flores y caen del cielo,
dejando para los dos, una rica sábana.
Y me baño en ti, desnuda el alma
en la claridad de tus ojos y los míos,
¡cómo danzan de bonito las hojas con las lluvia!
y perlas de cristal, copian el cielo en tu boca.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 4/14

revolotea entre los verdes intensos;
amigo se hace de un lago cristalino
en donde una novia encuentra.
Tan blanco traje, que navega hasta sus ojos
silenciosa novia de encendido pico,
que a la orilla de su lago invita
a ese declamador tan digno.
¿Es para mí tu canto hermoso?
poeta, ¿eres tú el amor que me vistió de rojo?
se enciende todo en mí cuando te veo,
y me vuelvo pálida, cuando te alejas.
En mi lago encontrarás una cascada
se convierte en quebrada, y serpiente entre las rocas,
ondea como ella, en la orilla de las montañas,
y se va, sin desaparecer nunca su mágica cola.
Estaré para ti, cuando desees
diciéndote cosas de amor, para que te animes
¿algún día escucharé que también me amas?,
mi dulce poeta callado, silencioso
como del lago el cisne,
y del cielo , las blancas doncellas
que parecen correr tras de la nada.
¿Si te invito a volar, irás conmigo?
¿si a caminar, me acompañarás?
¿si te invito mi amor a soñar,
le darás alas a mis sueños?
Al verte, pareciera que tu aroma tiene imagen;
flores violeta sacudidas por la brisa,
uno que otro loco rompiendo la nuez de la vida,
tan dura corteza, más parece no luchar,
pues su fuerza viene del corazón
y su nobleza, de su cortesía.
Apacible lago recibe los besos de un árbol,
se llena el paisaje de brotes rosa,
se desgajan las flores y caen del cielo,
dejando para los dos, una rica sábana.
Y me baño en ti, desnuda el alma
en la claridad de tus ojos y los míos,
¡cómo danzan de bonito las hojas con las lluvia!
y perlas de cristal, copian el cielo en tu boca.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 4/14

Imagen: Liz Nayibe Álvarez Rueda.
El amor no tiene color,
es como el aura de una cascada,
y va como la brisa,
a contagiar el pecho de suspiros.
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