sábado, 11 de mayo de 2013

EL MAR (119)

Mi madre en Puerto Colombia. Último ocaso.

Su último paseo a Puerto Colombia


EL MAR (119)

Ese día, el mar rugía como un demonio.

Sus manos arrugadas tomaron su pecho
En tanto mi cámara disparaba 
Sin saber que sería su último ocaso.

A lo lejos, un sol desteñido no era mágico.
La palidez de mi madre delataba miedo;
Sus manos temblorosas, tomaron asiento en su corazón
Y yo… disparando la cámara, en vez de abrazarla
Y darle algún consuelo, alguna tibieza.

Ese día el sol no estaba dulce…
Ni garzas, ni palomas, ni gaviotas.
En medio de la suciedad, un paraíso desteñido;
En medio de sus palabras aterradas, un suspiro.

Y el mar, anunciando su marcha, lo sabía.
Era todo oscuro, como sombras difusas en el tiempo.
Sus pasos enclenques no he olvidado;
Y ni un abrazo con ella, sólo su mirada
Que tropezaba con la mía con una leve sonrisa.

Sobre un puente donde ayer los sueños navegaban
Un pedazo de puente, que marcó pasos y esperanzas
En ese Puerto Colombia, su última estación,
Antes de ir a misa, antes de ese dolor extraño
Que con un pequeño pañuelo consolaba
En medio de una tímida oración.

No quedó el recuerdo de mis manos en las suyas
Pero sus ojos estuvieron ahí, en los míos,
Retratados en el verdor de la esperanza.

Madre de mi corazón, estás conmigo, estas en mí
Cuando detallo en el ocaso de mi vida
Que no hay sueños sin tu nave,
No hay sonrisas sin las tuyas,
No hay calor si no en tu pecho…

Y el mar… el mar… 
Musitando versos me conmueve,
Dejando estelas de colores en las rocas,
Y en las montañas, su esplendoroso oleaje
Al beso del sol sobre sus azules aguas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 11/13

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