¡¡SALUD!! [11]
Hermoso puerto,
Hermoso puerto,
aquí las arenas del mar se
juntaron,
pero más bello verte algún día,
besando las flores de mayo
que se desgajarán de las tejas rojas,
en donde anidan los colibríes
y se juntan los turpiales.
¡Divino ver la barca arribar!…
Ahí están todas las promesas,
en tus ojos… en las estrellas colgadas de los míos.
Pero hay una sensación de vacío
que parece ahogar éste gran momento.
¡Qué lindo!... /diría un niño...
Si al asomar luciérnagas en el cielo
se pintaran de todos los colores,
pero al caer, entregan su veneno,
pero más bello verte algún día,
besando las flores de mayo
que se desgajarán de las tejas rojas,
en donde anidan los colibríes
y se juntan los turpiales.
¡Divino ver la barca arribar!…
Ahí están todas las promesas,
en tus ojos… en las estrellas colgadas de los míos.
Pero hay una sensación de vacío
que parece ahogar éste gran momento.
¡Qué lindo!... /diría un niño...
Si al asomar luciérnagas en el cielo
se pintaran de todos los colores,
pero al caer, entregan su veneno,
o su brillo mágico junto a las flores.
¿Qué me ha quedado de todo esto?
Solo han sido rosarios de perlas en mis manos.
De mis ojos se desgranan cada día;
son copos de algodón empapados,
que se transforman en sábanas de sal
sobre las playas.
Ahora sabe a uvas tu boca,
¿O es la mía?...
Junto mis manos creyendo son las tuyas
y me quedo viendo de nuevo al espejo.
¿Será que está dañado?
No tiene el brillo de otros tiempos
ni hay ramitos de flores en mi cabello,
ni aquéllas locas carcajadas
donde la felicidad flotaba
con olor a nardos y pensamientos frescos.
He descubierto que estoy viva, a pesar de todo…
Que vale más un segundo brindando
que un siglo renegando…
Entonces levanto la botella… ¡es un exquisito vino…!
¡Gracias Pedro, por el regalo!, por la sorpresa,
por la vid, que aunque muere de a poco,
siempre tiene brotes nuevos.
¿Qué me ha quedado de todo esto?
Solo han sido rosarios de perlas en mis manos.
De mis ojos se desgranan cada día;
son copos de algodón empapados,
que se transforman en sábanas de sal
sobre las playas.
Ahora sabe a uvas tu boca,
¿O es la mía?...
Junto mis manos creyendo son las tuyas
y me quedo viendo de nuevo al espejo.
¿Será que está dañado?
No tiene el brillo de otros tiempos
ni hay ramitos de flores en mi cabello,
ni aquéllas locas carcajadas
donde la felicidad flotaba
con olor a nardos y pensamientos frescos.
He descubierto que estoy viva, a pesar de todo…
Que vale más un segundo brindando
que un siglo renegando…
Entonces levanto la botella… ¡es un exquisito vino…!
¡Gracias Pedro, por el regalo!, por la sorpresa,
por la vid, que aunque muere de a poco,
siempre tiene brotes nuevos.
Gajos de flores blancas se convierten en tesoros.
Se brinda por un día más,
Aunque otros se hayan quedado
pálidos
Sin ver otra primavera
Con el sol coqueteando naranjales.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 29/13
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