domingo, 24 de noviembre de 2013

AHORA 2 [33]

AHORA 2  [33]

En este momento pienso:
Tengo que hacer algo con mi tiempo,
los segundos pasan, y una blanca pared espera para llenarla de letras,
descubrí  gotas de rocío que bajan de lo alto, y empecé a preguntarme:

¿Cómo hacen para caer de arriba y ser un beso para una flor?
¿Qué las invita a elevarse de nuevo, para transformarse en un copo de algodón?

Entonces escucho  la lluvia caer, parecen miles de besos de niños pálidos que viajaron en cualquier atardecer, la música, ese regalo maravilloso para todos, y me doy cuenta que existe desde el momento de nacer.

Música en la boca de mi madre al iniciar el amor, y la semilla fue...

Música si la brisa  mueve las hojas, si un río corre y las rocas se antojan de todas las blancas y negras...

El trino de las aves con un instrumento musical en su corazón...

Música si una luciérnaga invita a su amor, y si un amante colibrí desea robar la miel de una flor,  si un ave empieza a construir un nido o una paloma lo termina,  si mis ojos se iluminan al ver los tuyos…

Ciertamente tenía que llenar éste espacio que se me dona, no puedo perder un segundo de mi vida para contar a todos que las gotas de lluvia somos nosotros, al nacer y cuando marchamos, y el sonido, son besos de nuestras madres desde el cielo...

¡Qué divino es todo!...
Pero siempre hay algo que me pone triste,
no comprendo la razón,
y debiera reír a carcajadas...

Hoy no puedo perder el tiempo,
soy  afortunada por estar viva,
 por disfrutar de la lluvia que cae,
de la música que producen sus besos
al tocar las flores y acariciar la tierra.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 24/13 






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