VIÉNDOTE L2R [9]
Viéndote sin tus plumas de colores,
¡qué hermoso eres!
inmensa tu mirada,
ajena a la mía a veces.
Un alar son tus brazos…
Esperanza abonadora, tus manos
que se siembran en mi piel tersa
para dar ánimo,
y esbozar gemidos
y lamentos sin dolor.
¡Qué pecho tan fuerte el que guarda tu
corazón!
Escucho sus campanas,
el sonar incansable como un tambor.
Apresas mi oído,
siento calma con mi rostro vencido
tomando de las pequeñas flores
a tu alrededor.
¡Qué tronco fuerte el de tu árbol!
Ahí ha quedado un poco de vida
Me has regalado la mies, que se cobijó
en mi vientre
Has mecido la cuna de tus delicias,
para ser niña y mujer
para llenar de copas de vino blanco mis
pezones
donde alguna vez tus labios se
deleitaron.
¡Qué veloz pasó todo!
Tan hermoso tu ombligo que te unió a la
madre,
a esa dulce abuela de ojos verdes que
te llevó de la mano
te hizo bendecir las montañas y amar el
bosque…
Tan bonito todo lo tuyo, tan bien
puesto, tan fuerte…
Un fruto lleno de semillas espera,
la fortaleza de tus piernas, el cantar
de tus labios
en donde serás amante y padre sin
saberlo
cuando el trigal brote esperanzas,
y el pan se bendiga sobre la mesa.
¡Qué bello es amarte a pesar de todo!
Los quebrantos serán olvidados,
para retozar los dos de nuevo
en esa acolchada cama llena de
cantares y sueños
mientras tu roble deja caer las hojas
de tu otoño
para vestir de sonrisas las mías.
Cuando no quedó una sola hoja en
el árbol,
la sorpresa llenó mis ojos de
llanto,
pues los brotes anunciaron
que reencarnarían, en niños nuevos.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 30/13
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