viernes, 27 de septiembre de 2013

CHARLANDO CON MI MADRE [17]

CHARLANDO CON MI MADRE [17]

Mamita, se acerca un nuevo mes sin ti, un 10 tu número de la suerte
gota de lluvia de tus ojos, parpadea entre las flores
y estoy aquí pensando en ti una vez más…

Debo decirte que ya no voy más,
no sé si estés triste o conforme.
Me decías que debía soportar lo fuerte de la brisa,
me aguantaba por ti a una cadena sin amor,
y ahora te confieso que no la soporté sin tu aliento
sin esa fuerza de tu corazón, que me hacía continuar.

Tal vez me equivoque, pero no quiero más llorar,
anhelo ver salidas de sol en medio de las rocas del camino,
quiero danzar bajo la lluvia como un ave, si abren su jaula
y divisar verdes, azules intensos, sabiendo que soy libre.

Acerca tu oído al mío para escuchar el susurro del viento,
has visto lo que no imaginabas, y ahora comprenderás
que pudo más el resentimiento y el dolor,
y me acojo a un mañana,
si acaso existe ese día para mí.

Entre las voces de un poema de otro, descubrí que la vida es ahora,
que debemos ser felices, y a eso nos envió el dueño del huerto,
debemos estar confiados en el amor de donde venga,
de todas esas ilusiones que he conservado en blancas hojas,
de éstas lágrimas que pugnan por huir de mis ojos, cuando te pienso.

Mi niña hermosa, ¡perdóname por no ser como tú!, paciente y sumisa,
pero tengo la rebeldía de las montañas, que a pesar de todo se empeñan,
fuerza interior de  rabia contenida y propuse un brindis
con todas esas uvas rojas que siempre soñé…

¿Recuerdas la promesa de que si no había frutos,
sería arrancada de raíz?

Voy por un poco de alegría,
por unas manos que se ajusten a las mías.
Que pueda caminar sin temor a la pena,
descalzarme y sentarme sobre unas piernas
y mis cabellos plateados sean besados por alguien.

Han sido todas mis primaveras,
casi todas mis estaciones se vencieron
tal vez me quede un otoño por vivir.

Adivino una mueca, pero no la descubro si de aprobación,
sabes que traté, que hice todo lo posible y soporté lo difícil,
aguanté todas las traiciones y gritos, todas las ausencias,
pero sin ti, no vale la pena continuar.

Ahora, doy un paso más…
camino a través de lágrimas de fuego que se cristalizaron.
Como una flor en ámbar me quedo
esperando ese toque de la providencia a mi favor,
y según la corriente que me toque, continúo
esperanzada en ese sueño lejano y mudo
viendo correr a cada paso una estrella
que ante mi pedido se aleja,
y ante mi temor se acerca.

Te amo princesa amiga…
¿A quién más contaré mis penas sino a ti?
Tu mano ahora sobre mi hombro,
tus ojos perdidos en la sombra de un infinito desconocido,
tu amor en mí y el tuyo aquí por siempre,
hasta que las violetas se tornen pálidas
y te vuelva a ver.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 27/13




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