SUEÑO 2608/13 [15]
A veces no recordamos los sueños, otras, los recordamos desde el principio y
con detalles.
Apareció mi amor, el de siempre, el único a quien nunca he podido olvidar, tal
vez por capricho, o porque sí, era la persona a quien le había entregado mi
confianza, mi tiempo y mis sueños y ahí estaba, radiante y feliz, sonriendo
siempre, amando a los niños, riendo por todas mis tonterías, y yo riendo por
las suyas, cómplices durante años en el trabajo, en los avatares de la vida
donde alguna vez cubrí su espalda para que no lo echaran por ausentarse.
Su madre estaba grave, y él me llamó desde ese
pueblo lindo de Santander, pero ya todo estaba arreglado, a veces debemos
mentir por una buena causa, le tenían algo de envidia porque era un “Tigre”
como él siempre lo manifestó, y a través de los años demostró que sí, era un
tigre y le dio ejemplo a muchos que imaginaron que estaba hundido en los
vicios, a todos los arrogantes que piensan que la vida nunca nos dará una nueva
oportunidad, y él ahora es una persona valiosa que le sirve a la humanidad,
ocupando un cargo importante, desde donde puede servir a otros, y ese fue
siempre su propósito, dispuesto, sin cansancio hacía las cosas muy bien, tal vez en el camino
como todos, cometió sus errores, pero tuvo la valentía de levantarse y
abofetear a quienes esperaron verlo en una esquina como un pordiosero más.
Hoy tiene una linda familia, se ve radiante y feliz, alcanzó la meta que se
propuso a pesar de que era mayor de edad y se graduó casi a los 40 años de
médico.
Todos saben de quien hablo, pero es
impronunciable su nombre, pues respeto la relación de los demás, pero no puedo
negar que es un ejemplo para muchas personas que bajamos las alas al primer
fracaso. Hubo un ángel en su camino que lo levantó y ayudó a ser lo que hoy es:
Él mismo.
Estaba igual que ayer, joven, hermoso, sus ojazos negros, su cabellera que
muchas veces arreglé, pues no le gustaban los peluqueros, yo era su peluquera
personal, le arreglaba las uñas de los pies y manos, y puedo asegurar que solo
con él, mi madre, mi padre y mis hijos cuando estaban pequeños lo hice, con ese
gran amor que me inspiraba.
Fue una época maravillosa e inolvidable donde
las mentiras, la envidia y la falsedad de otros, empeñados en dañar la relación,
hizo que todo acabara y se desviaran los caminos.
Estaba arreglando un jardín, ¡al fin tenía un hermoso jardín!, eran tantas las
rosas, los lirios, siempre flores, muchas, divinas, perfumadas y frescas, y en
éste ambiente lo vi, venía con su sonrisa habitual, lo esperé con el corazón palpitante como
siempre, dispuesta a darle un abrazo y un beso y quedarme prendida de su
cuello, llenándonos de caricias, sin privarnos del placer de esos momentos
únicos e irrepetibles, pero cuando estaba cerca, aparece mi suegra, no era la
madre de él sino otra, mi propia suegra pidiéndome flores, y más flores, y cada
vez que deseaba acercarme a mi amor, de nuevo ella, las quería todas, y me
impedía abrazarlo y quedarme un momento en el brillo de su mirada, corría de un lado a otro, ¡tenía tanto oficio!,
y al fin, en un momento él se recostó sobre aquélla inolvidable hamaca de
rayitas, pasé, y al descuido acaricié sus pies.
Ya me quedaría un instante a solas con él, eso era lo más deseado, esos
momentos de complicidad y soledad donde me repetía mentalmente que era al único
que amaba, sería mi amor para siempre, pero de nuevo llegaba mi suegra y éste
momento del acercamiento nunca llegó.
Le entregué a ella una planta de rosas, tenía muchas, pero cuando quise
entregarlas ya no había sino unas cuantas rosas y todas parecían muertas.
Creo que debo mandarle a decir una misa, algo
desea ella, pues nunca fue mala persona conmigo, y creo que debo hacerlo, tal
vez no ha podido descansar en paz o ella desea manifestarme algo.
En un momento donde lo buscaba con la mirada corrí a llevarle una flor, pero
ellas eran de seda, vivas, no como las que vemos aquí, blancas con tonos
violeta y mucho brillo, y la coloqué sobre sus manos, pero de nuevo mi suegra
vino y dañó ese instante maravilloso.
En el afán, entre plantas y flores, desperté para darme cuenta que todo fue una fantasía, como vivir y
soñar, todo es así, pero anoche él estuvo conmigo, desperté para saber que otro
día me esperaba, y cada vez que
despierto, un suspiro, una lágrima y un agradecer a Dios de nuevo por el hecho
de existir y permanecer un rato más por aquí.
Recordé la oración de mi madre:
“Esclarece la aurora el bello cielo,
Otro día de vida que nos dais,
Gracias a Dios creador del universo,
Oh tierno Padre que en el cielo estáis.
Nuestras voces unimos al concierto
Que el universo eleva en vuestro honor;
Desde la tierra al cielo más profundo,
Tierno Padre magnífico hacedor.
Conservad nuestras almas sin pecado,
A nuestro cuerpo dad fuerza y salud;
Y nuestra mente iluminad piadoso
Con un rayo benéfico de luz.
Por nuestra amada patria suplicamos
Por la Iglesia elevamos oración;
Por nuestros caros padres y familia
Siempre dichosos los hagáis Señor.
En vuestro santo nombre comenzamos
Este día de vida que nos dais;
Haced que lo acabemos santamente
Oh Padre Nuestro que en el cielo estáis”
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 27/13
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