miércoles, 21 de agosto de 2013

MI BARCA 3 [50]


MI BARCA 3 [50]

Mi pequeña barca de madera, tan liviana, ¡tan frágil!...
ahonda en el mar la fantasía, peces de colores,
payasitos y caballos marinos,
algas verdes y violetas...


Entre dorados mágicos y bulliciosos sonidos que trae la brisa
enredados todos en los olores a tierra húmeda, a pasto,
a bramidos de ganado, que pronto dejarán de cantar, de soñar...

Y vuela mi alma como un águila,  un alcatraz...
tal vez hoy sea una gaviota de blancas alas
o un golero impaciente, que mira la vida marchar
y se antoja en limpiar lo puerco de cada ser,
lo asqueroso de su propia hediondez.

¡Ven alma mía!, acompáñame a volar, quiero ir contigo
a donde la peste no toque mi traje nuevo en primavera,
y el comején no se nutra de mi vida, ni mi piel cansada
y busquemos un rato orar,
sobre la inmensa roca que está cerca del sol.

Allá los veo, con una mirada un tanto triste, lo sé...
No adivinan todavía que ya no están aquí, y se empeñan en continuar
Volando, siempre volando hacia la inmensidad, tan lejana y tan de vientos,
tan de colores cómplices del iris, siempre azul como el océano cielo,
donde las nubes viajeras desean llorar sobre el pantano,
sobre el desierto ardiente,
para los cactus ver florecer.

Me visto de traje amarillo, ser parte de un todo o  nada
ser una estrella o un punto en el universo,
y al cerrar los ojos, puedo volar, tan alto, tan liviano
que el dolor desaparece,
cual la lluvia entre los naranjales.

Puedo ser una amapola de rojo encendido,
si las dunas,
si el ocaso,
si el amanecer...

Y en el cielo estrellado estaré mañana tal vez
palpitando con brillo propio, cerca de una luna triste y solitaria
esperando a mi amante,
que se pasea por otras laderas y otras montañas
 y penetra todo lo que desea con ardiente pasión.

Seré feliz cuando los girasoles levanten el rostro, para admirar su belleza
tan interior, tan fuerte, ¡tan mía!, tan de esa luz divina del amanecer.

Serás la fiera cerca de mí, para protegerme, nada ni nadie me dañará,
estarán los robles en flor, tan altos, tan elevados como mis pensamientos
adorando a esa luz que me hace ver un día más
y que llena de esplendor mi suerte.

 Al voltear la vista atrás, sabrás que siempre estuve ahí...
 Que mi amor no se ha mudado,
 que crucé la esquina esperándote,
 y el destino me llevó a tu puerto
 donde una vid fecunda irradiaba en belleza,
 y todas las uvas de mi sueño de anoche,
estaban ahí, para los dos.

 Raquel Rueda Bohórquez
 Barranquilla, agosto 21/13
 Publicado por  RAQUEL     en  18:19  



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