sábado, 13 de julio de 2013

TENGO [132]


TENGO [132]

Hay una sensación nueva,
otra vez mi rostro pálido de luna
mecida en un barullo extraño
que de a poco me desvía.

De a migajas me alejo hasta el mar
y te busco en la penumbra,
en el ocaso al desteñirse,
al ocultarse en su laberinto
para nunca más volver.

Un vacío, un hambre...
El silencio de un nuevo día,
la misma silla vacía
y el escapulario de María.

El atardecer presiento
y la soledad se agita al lado mío
siendo  mi única compañía.
Alondra de paso, ¡regresa!...
Retorna al viento que te hizo
y navega en mi lago con voz pausada.

Canta de nuevo esa vieja tonada
desde tu cárcel bendita.

Tu caminar tranquilo
tan manso como tus ojos,
ahora es cordero bordado en nubes blancas
que con grises auroras busca el cielo
sin tropiezo ni afán.

Tengo cansancio en los ojos, en el cuerpo...
Me duele el vacío del alma,
de seres arrogantes dirigidos a su final
arropados de aguas azules, bulliciosas...

Un coralino fondo,
nido de algas de colores,
peces disfrazados de sonrisas
sin ver al depredador
ya no son parte de su esqueleto
pertenecen a  la luz de otro día
en el lugar de los inicios.


Pies desnudos buscan un remanso
con los ojos bordados en estrellas
en la mansedumbre de los tuyos.

Lago dulce que espera las tristezas
y recoge el dolor para que sea un diamante
brillando a lo lejos,
siendo la más dulce estrella.

Pero al retornar al espacio
todo es amarillo,
y con lo salobre de la vida
entre agónicos y viejos dolores resucitas,
vienes y te alejas de nuevo
sin una despedida...

Tengo, ¿qué tengo?...
Vacío y tristeza que se diluyen
si escucho el tambor del río
sonando entre los guijarros
que bajo la sombra de un árbol
musitan su apacible esencia.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 13/13  



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