ME
RINDO [63]
He
visto hacia la ventana, un día nuevo, mis 54 inolvidables en medio de cantares
y tristezas, mi hermano Pablo, preocupado por nuevos dolores y quejas, y afuera
la misma danza bulliciosa de los fines de semana.
Ricos
momentos a pesar de todo, un nuevo atoro en el corazón nos toma, una angustia
como quien no espera primaveras, sino tibios veranos en alguna playa, en medio
del bullicio de las gaviotas y los rapaces vientos que nos acarician o
torturan, con pequeños granos de arena.
Me
detallo al espejo, ¡qué veloz pasó el tiempo!... ¡qué blancos mis cabellos!...
preciosos hilos de plata brillan con la luz del sol y sendas heridas se ven
aparecer por mi rostro, las manos no son las palomas sedosas del ayer, pero los
ojos conservan un inquietante brillo.
Ahí
están mis lámparas verdosas, en las mismas cavernas que mañana no serán, mi
boca en el mismo sitio, esperando sonrisas sin atajos, con palabras simples,
todo armado como al principio, sin cojeras ni vicios, sólo un poco oxidados por
el tiempo, pero en el mismo lugar donde se cultivaron orquídeas y brotaron
lirios y azucenas, en ricos momentos de pasión.
Hoy
dije: ¡Me rindo!, ante el espejo que tanto amor me da cada día, ahí está el
alma de la señora que busca sueños entre la tormenta, y todos están atados a su
ventana abierta, viendo volar flores y escuchando cantar ramas de palmera con
la brisa, de sones salobres que vienen veloces y cruzan el apacible sendero de
mi alcoba.
Doblo
las rodillas ante tu amor… ¡Me rindo!...
Entrego
todo lo que soy por los sueños de alguien, por un día más, por otros momentos
en la playa viendo desde una roca, tranquila y serena, así como marcha mi barca de madera, entre tupidas
madreselvas y alocados vientos.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 22/13
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