viernes, 7 de junio de 2013

PARA EL SOL (129)


PARA EL SOL [129]

Aquí estoy, alguien marchó hacia el sol, ahí el calor no quema y sus rayos son ojos que te ayudan a descubrir una senda de esperanza llena.

Escucho la misma melodía de un mundo dando vueltas, siempre igual, en torno de todo las primaveras, la gente queriendo amar cada y poniendo su grito aquí o allá, para que nuestra madre tierra sea respetada y amemos a la naturaleza, nuestro hogar provisional.

Cierro los ojos, tomo tu mano, camino hacia ese poema donde las flores están a lado y lado del camino, escucho el arrullo de una divina cascada, las aves felices, los niños del bosque correteando por ahí, sin miedo al depredador; las nubes son niñas juguetonas que no se cansan de correr, la lluvia de  ojos extraños que bajan desde el cielo semejan pequeñas joyas que endulzan la vida y llenan de verde las praderas.

¡Qué día tan bello el de mis sueños! ¡Qué mano tan cálida la tuya!...
Abro un momento los ojos para descubrirme en tu mirada,  una leve corriente me llena de dicha, me acerco un poco más al roble que presenta mi dulce sueño y encuentro un rico panal de miel en tus labios;  me aferro a ellos como el musgo a las rocas, y empiezo a danzar, a volar a un espacio lleno de sonrisas donde no existe la maldad.

Una y otra letra, tal vez para nadie, tantas palabras quedarán por ahí, pero al igual que las flores del jardín, cada día muere una, para nacer otra que se le parece, para que puedan los colibríes tomar de su exquisita miel y desperdiciar perfumes, y que todo sea mejor cada día.

Una flor desde mi alma para ti, un abrazo para aquél, una esperanza para el girasol que levanta el rostro después de estar triste y caído.

Esta es la vida, un jardín pleno de sueños y primaveras, nacer para morir y morir creyendo que resucitaremos en otro huerto lleno de verdores y cantares.

Raquel Rueda Bohórquez 

Barranquilla, junio 6/13


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