LA VÍBORA (140)
Me antojé en ser una víbora,
o tal vez me transformó la vida
cuando al querer un tibio traje,
recibí una herida.
Me arrastré por su amor
tantas veces declarado,
tantas lo repetí,
que me sentí a su lado.
que me sentí a su lado.
Ahora mi lengua es tibia.
¡El frío del ayer me dolió tanto!
Encuentro a mi paso una rata temblorosa
y ella alivia pronto mi llanto.
Tan larga mi lengua, /negra y desnuda,
tan blanco mi corazón para amarte,
tan feas tus grises palabras
que me volvieron pequeña
para enroscarme dentro de mí,
con mi lengua bífida
con mi lengua bífida
para abrazarme conmigo
dolida y callada.
Encontré un rincón oscuro.
Mi propia sombra es mi amiga,
mi amante, el lucero de las noches calladas;
la luna vagabunda que cuenta un sueño
y lo copia entre las enramadas.
Cierro la página... ¡Qué triste estoy!...
No me acobardo ante nada,
solo descanso un poco de todo
y reposo mi amarga hiel
entre mi propia lengua
convertida en alma.
convertida en alma.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 8/13
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