jueves, 9 de mayo de 2013

A ESE AMIGO (131)

A ESE AMIGO (131)




A la luz de un nuevo día
copiada en un lago,
con esos matices de cada momento,
y esos rayos luminosos de siempre.

Los verdores repetidos en cada verso,
las aves que van y no regresan,
anidan sobre las copas de las palmeras
y cobijan a los vencejos en primavera.

A ese amigo que me regaló su alegría,
que no reía de mis desdichas,
ni se complacía en ello,
que me tomaba de su mano ante las caídas
y me alentaba a continuar.

Entre tantos, ¡tan pocos!...
¿Pero estás?... ¿Permaneces?
¿Eres el sol en el estero
en mi melancólico lago negro y pesado
donde a pesar de todo, hay alegrías
en medio de tanto dolor?

A ese amigo que retorna en sueños,
y con ellos marcha,
dejando un vacío habitante de soledades,
una imborrable marca en tristezas
al cerrar la única puerta que creí abierta.

A ese amigo le falta algo…
Mi verdadera amistad, mi franqueza,
la que finalmente le desnudó,
para descubrir su flaqueza.

Pero a pesar de todo… ¡gracias!
Porque las carcajadas no fueron hurtadas
ni las horas negadas.

En medio de las broncas del día
y los azotes de la noche,
nos dimos un espacio para el perdón.

Y todo queda en el pasado,
para continuar siempre adelante, 
viendo nuevas aves retornar a casa
con cantos más elegantes.


Raquel Rueda Bohórquez
9 5 13





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