Mi madre y mi hermano Alirio/Venezuela
MADRE
POESÍA [70]
Tan
sencillo es hablar de ella
tan
infinito su nombre…
Flor
que muere y nace
néctar
y aroma inconfundibles,
existiendo
para que el hombre declame
y
exponga su alma ante el mundo.
Dulce
miel en los panales de la existencia
palabra
pronunciada con amor,
el
fin es el mismo, sin importar letras,
cambiante
al paso de las nubes
es
el color del sol besando su traje de seda.
Poesía,
un cuerpo enredado en besos y caricias
vestir
mi piel en la tuya al mediodía,
para
saber qué estarás ahí para mí, y yo para ti
en
la conjugación de un verbo húmedo
al
sonido de campanas en el corazón.
¿Quién
define la poesía?
Ella
es una sinfonía, hoja al viento…
El
color de los trigales,
un
girasol con el rostro elevado
donde
los dorados rayos musitan un verso en el rostro
y
al atardecer nos permite descansar y agradecer.
En
tu vientre nace la poesía, en el huerto…
En
el regazo de una madre al amamantar a su cría.
Es
poesía una sonrisa,
un
grito, un desespero…
Aún
la muerte en danzante vuelo de águila
hacia
el infinito desconocido por todos.
Tal
vez podamos descubrir que más allá
siempre
estará el radiante sol en otros Lares,
y
la poesía será ese motivo para dejar a Dios un verso
y
agradecer por el hecho de estar aquí.
La
vida misma es poesía,
cada
segundo es un madrigal
que
al llanto de una campana
se
transforma en elegía.
Por
eso le dejo a ella mi eterna flama
en
el verdor de sus ojos
manantial
limpio y claro
que
mi corazón inflama.
Allí,
un ave triste ha dejado
claro
rocío que se mece
en
el pastizal dorado.
Verde
pradera que renace
desde
la montaña altanera,
colibrí
que piadoso se pierde,
besando
cada primavera,
componiendo
cada verso
sobre
un rosario salobre
que
calma toda pena.
Son
tus ojos madre bella
un
pedazo de Dios
fundido
en mi alma
para
convertirte en poema.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
marzo 13/13
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