ES
UNA ROSA [19]
En
un jardín,
donde
abundaban violetas, te hallé,
tenías un olor especial entre todas;
alma pura y cristalina,
unos ojos, tus ojos,
eran
la inmensidad de las praderas.
Decidí que eran tuyas, eras tú, era yo;
elevé la mirada para decir: Gracias,
gracias Señor por mi madre hermosa,
por tu vida y la mía;
y
por los retoños que advierto
lejos, ¡muy lejos!,
más
allá del sol…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla,
marzo 20/13
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