BUSCANDO
TU LUZ [68]
Ni
una sola flor abre sus pétalos
si
no es voluntad divina, eso está claro.
El
día tan triste de la muerte de mi Monacho,
no
podía llorar,
quedé
muda por varios días
hasta
que pedí al Dios invisible una luz y abrí la Biblia.
No
recuerdo, pues no me gusta aprender versículos
ni
cosas de esas de memoria,
sólo
que su mensaje decía más o menos así:
“Ve Daniel, Rafael, Juan... /Con alguien habló mi jefe.
Entre
todos tus terneros,
ovejas,
palomas, cóndores
hay
uno que necesito...
Es
el más joven y hermoso de todos,
el
más brillante y lúcido,
aquél
que tiene más brillo en su mirada
y
que cada día bendice mi obra.
A
ese lo quiero,
no
sé cómo me lo vas a traer,
la
manera no importa;
pero
lo quiero aquí conmigo;
lo
necesito para mi obra,
pues
no quiero que el mundo me lo corrompa
ni
se pervierta entre tanta inmundicia,
vanidad
y mentira”.
Lo cierto, es que al terminar de leer pude llorar.
Mi
muchachito era así como lo decían las escrituras,
y
ahora está en ese sitio de honor
un
paso adelante de nosotros.
Por ésta razón, no he de llorar más.
Te quiero Monachito.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
marzo/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario