lunes, 25 de febrero de 2013

¿QUÉ PASÓ CON LOLITA? [11]

¿QUÉ PASÓ CON LOLITA? [11]

Lolita era la única hija de mi tía Severa, según mi madre, tuvo un accidente en un carro que mis tíos le compraron, el timón quedó en su vientre, pero ella se salvó.
Estudiaba en el colegio Bethlemitas, allí era obligación hacer aseo, ahora también, pero ella estaba resentida todavía de su accidente.

Empezó a llover, la chica se mojó, enfermó grave, y según cuenta mi madre, adquirió tuberculosis, en una época terrible. Todos sabemos que ésta enfermedad se puede contagiar por la saliva y hay que separar cosas, imagino el dolor de mi tía, una hermosa dama muy querida por todos sus sobrinos.

Su última mirada fue cuando me vine a vivir a Barranquilla, y con un abrazo empezó a llorar, nunca la había visto llorar, pues siempre se escondía y se arruchaba como un bebé, con los pies fuera de la cama, como si le diera temor ensuciarla. Me anunció que no me volvería a ver.

Así fue, al mes falleció en un asilo.  Ella no soportaba que la llevaran a un sitio así, lejos de su familia. Me dolió más, pues me asignaron ésta tarea, ya que ella no quiso venir con nosotros a Bucaramanga. Deseaba estar con su hermana María, pero ella había cogido otro rumbo, y mis padres necesitaban tomar otro, a donde ella no estuvo dispuesta pues su vida era Zapatoca.

De Lolita, pues bien,  Lolita una chica joven y hermosa que terminaba su bachillerato, falleció, y mi tía perdió el sentido.

Conservo una carpeta rosada tejida por sus lindas manos, que mi tía me regaló con todo el amor con que la conservó, y un pocillo antiguo, que tiene los bordes pelados de los tantos cafés que el tío tomó, pues era el pocillo de Simón /me dijo,  además, que  yo sí lo conservaría, y ahí los tengo guardados, espero que cuando pasen a otras manos, los guarden  con el mismo celo y amor con que lo hago.

Su otro hijo adoptivo que no recuerdo su nombre, también falleció en su juventud.

Siempre dijo así: "La vida es un zurronado de mierda", por eso dejo sus palabras aquí pues las recordé ahora.

Vestida de negro, con sus falda casi hasta el piso, una manta negra sobre sus hombros o un abrigo negro de lana y un gorrito tejido. Su cuerpo delgado y caminar triste, así la veía por las calles de Zapatoca con un camino marcado por todos los siglos y las nostalgias, sobre su cabeza otras veces llevaba un trapito de seda negro, los llamaban rebozos, bordado de flores, un pequeño canasto lleno de panes frescos y calienticos, sabía que iba de visita y nos alegraba mucho, pues ya sabíamos que su canasta nunca estaba vacía y su mirada siempre tenía un brillo especial para nosotros, mi tía María tuvo que marchar para Bogotá con sus hijos,  pero ella se quedó en nuestra casa, con una habitación especial para ella junto a y sus pocas pertenencias que tenían guardado su olor a vino añejo.

Le gustaba que leyera la Biblia, ante todo, salmos, y muchas veces me entretuve con esos amores viejos, ahora, la vieja soy yo.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, febrero 24/13

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