A
MORIR [33]
Te sueño como mi abrigo,
tal vez el último invierno,
si la blancura del cielo me arropa
y un lucero de colores diviso,
al
cerrar los ojos.
Estás absorbido por la locura de otros,
pero mi corazón día a día en ti pensando
para descubrir que siempre fui ajena,
aunque creí que me amabas.
Cruza los mares y trae ese regalo pendiente
de tus brazos en mi cuerpo, y mis ojos en los tuyos
amándote como a la noche,
y adorándote mi sol naciente.
Queda la luz mi bohío encendida,
en una casa pequeña habita mi alma
que siempre ha esperado por ti.
Pero la vida es así y he de conformarme
al tener la certeza,
de
que tus ojos pertenecen a otro huerto.
He divisado la luz de mil colores,
me absorbe como un sueño;
me lleva en sus brazos,
me
eleva, me transporta,
y desde aquí descubro,
que
permaneces en mí.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 22/13
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