Vendedor ambulante. Por Atlàntico. Raquel Rueda B./12
SI
QUIERES VERME [89]
Cuando
desees mis ojos
estaré
navegando en otros lares,
mi
atalaya será usurpado,
no
podré ver sus ni sus harapos.
Les
enseñé a sembrar trigo,
dejé
un espacio que no era mío, ni de otros,
para
que pudieran sobrevivir
sin
necesitar de cosas inútiles.
¡Tomen
el arado!, ¡busquen en las montañas!
Arriba
de todo estaré,
debajo
de todo me sentaré.
Mi
trono es el mundo,
y
nadie ha de temer.
Busquen
las flores del campo,
tomen
de la miel de los panales…
Enseñen
a sus hijos que es más la humildad,
que
vale más que el oro y el trigo seco,
y
más, que el verdor de la semilla
si
empieza a retoñar.
Hablen
con sapiencia…
Pronuncien
mi nombre en sus bocas y sonrían,
atrás
ha de quedar la ignominia,
el
violador sediento será cazado como una rata,
el
abusador será sometido…
¡No
se humillen ante el hombre!
Él
no es nada sin mí…
Soy
todo lo que existe,
mis
ojos son la luz del día,
mi
boca pronuncia palabras en medio de la nada,
y
todos las copian, sin comprender,
que
soy quien las ordena.
Que
bajen el rostro los soberbios, porque aquí estoy.
Soy luz en pleno día,
luciérnaga
en la oscuridad,
el
sol en verano,
rugiente
mar que musita canciones con las rocas
siendo
aguacero de cristales,
en la boca de una madre.
¡No
tengan miedo los justos!…
¡No
se avergüencen de hablar!
¡No
se pongan pálidos los rostros!
¡Qué
trinen mis niños cantores!,
tal
es su destino…
¡Que
corran mis muchachos de pieles magnificas por las praderas!
Que
naden mis peces y el hombre observe,
en
tanto, vuelo ante sus ojos
o
levanto el sable para hacer justicia.
Si
desean verme, ¡búsquenme!...
Levanta
esa seca hoja y piensa en mí,
actúa
el bien.
Sabrás
que estoy
donde
esté tu corazón.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
enero 6/13
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