miércoles, 12 de diciembre de 2012

ENTRE AVES (38)



ENTRE AVES (38)




Se encontraban dos pequeños gorriones enamorados de la vida, sólo pasaban piquitos y arrumacos y besos y besos y más besos, una flor, otra flor, sin preocuparse de nidos, de huevos, de pollos de nada…

El pavo siempre pasaba con su araraca buscando pavitas para montar. ¡Yo soy el macho! –decía- aquí todas son mis princesas y se arrodillarán ante mis candores, cuando yo adivine que sus pechos hermosos se esponjan una vez  me ven, y que se cuiden las gallinas, porque si me dan papaya pues también para ellas hay.

En cambio nosotros dicen los jilgueros, aprovechamos  la llegada de la primavera y fabricamos un pequeño nido entre  los dos, mientras mi amor le da forma, yo canto para que todos se den cuenta que éste es mi sitio y así me respetarán. Encontré un bello abeto y desde aquí diviso todo, ¡soy tan feliz! –dijo el jilguero- y empezó a trinar cerca de su pequeño nido.

Un pequeño carpintero no tenía tiempo para responder y estaba atareado sobre un tronco seco fabricando su nido dentro de él y buscando pequeños gusanos de comején que le encantaban; todos sabíamos que ahí escondía sus huevos y que tenía un chillido muy peculiar cuando alguien se acercaba, no le gustaba que lo vieran fabricando su nido, si descubría a un chismoso merodeando, mejor cambiaba de sitio y se marchaba.

Así estaban todos, cada uno hablaba sobre su vida, qué hacía, los proyectos que tenían, el búho sólo prestaba atención y sin responder nada sólo emitía un leve gemido como si llorara.

¿Por qué lloras amigo?... -le preguntó un sinsonte que trinaba cerca de él.

-No lloro, es que parece llanto pero en realidad es mi llamado de amor, espero a mi princesa que viajó a buscar comida y no ha regresado…

-Pero entonces ¿esa es la razón por la que no participas de la charla?

-Mi esposa no llega, ayer fueron mis muchachos y hoy es ella… creo que llegaron al sitio equivocado y alguien escuchó  sus llamados y parece que no regresarán nunca.

-Tenemos un enemigo terrible que no quiere nuestra presencia, sus hogares están infestados de ratones y nosotros sólo escuchamos a través del viento y volamos a limpiar sus casas; pero ellos, cuando escuchan nuestros llamados, nos atacan y  apedrean, pues dicen que somos aves de mal agüero, me dan lástima, son seres que pueden ser muy buenos si lo desean, pero en el momento están acabando con todos nosotros, no les gusta el color negro porque en su interior temen a la muerte, eso es…

Mis amigas mariposas de la noche también sufren una desgracia diaria, pues no las quieren, si por error entran a sus casas las eliminan como si fueran peste.

Creo que debemos orar, dijo el gorrión, vamos a pedir a nuestro padre creador de todos para que el hombre se libere de la maldad y aprenda a valorar todo lo que él le ha dado, esa inteligencia tan mal utilizada que tiene al planeta en medio de un desastre…

Ellos no doblarán las rodillas hasta que vean que los cerros no aguantarán más la debilidad, y que los pequeños árboles no tendrán fuerza para resistir…

Las aves se reunieron en torno al búho para consolarlo y empezaron a trinar; una lluvia de cristales bajó del cielo y ellos agradecidos extendieron sus pequeñas alas, en tanto un arco iris de colores anunció la venida del Señor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 11/12






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