viernes, 28 de septiembre de 2012

A UN AMIGO

Foto
Fotografía familiar. Liz Álvarez- Zapatoca-Colombia

A UN AMIGO

Mi querido amigo:

Hace mucho tiempo que olvidada de ti me encuentro, pasaron las primaveras donde te añoraba,
Los vencejos anidaron en oscurecidas cuevas, y algunos marcharon antes de abrir los ojos, otros volaron a pesar de
 que nadie creía en ellos.

Se levantaron airosas las palmeras reales, encorvaron el cuello unas cuantas, como garzas sobre el pantanal; cantaron sus ramas cuando un aluvión de alas se extendió sobre ellas, lloraron y enmudecieron cuando no pudieron soportar el paso de la corriente adversa, que golpeó con tanta fuerza, que se abandonaron sin luchar y fueron tragadas por el mar.

Murió la reina de mi corazón, marchó como un águila cansada en busca de su norte, viajó cerca a su pichón tierno, que apenas iniciaba el cambio de plumaje, con sus grandes sueños asidos de una mágica cometa de colores, y quedé aquí… en espera de lo mismo, sobre un jardín que intenta sobrevivir a extensos y fuertes veranos, sólo regados de lágrimas y pesares.

Creo que me olvidé de aquéllos besos acalorados, de tus hermosas manos que tocaban ávidos, sin desperdicio todo lo que te pertenecía pues nada era vedado para ti.

Quedó atrás el camino donde te abrazaba aún con el pensamiento… donde me antojaba de tus labios cada segundo y me obligaba a cerrar los ojos desvanecida de amor, por alguien que nunca correspondió con la verdad.

Ha llegado el momento de cerrar éste capítulo; para comprender el sueño de tu paso por mi vida, dejando de lado mi propio sentimiento, para aceptar la voluntad de mi destino.

Renuevo un poco mi traje exterior, aunque por dentro las cicatrices se nieguen a cerrar, pero una fuerza me obliga a pasar la página para olvidar un pasado que me hace daño, y tomar un sendero apacible donde la calma de los años, apacigüe la ansiedad de tu mirada y mi deseo incontenible de tenerte para siempre.

Como no puedo mentir, no a mis años; te diré que guardaré tu amor pues éste es inmutable, se quedará en ese cofre donde vivirá por siempre a pesar de todo, se talló dentro de mi alma para volar conmigo cualquier mañana, o en algún atardecer, cuando me entretenga viendo las estrellas y sienta ese vacío enorme de un amor que nunca fue.

Te veré pasar tal vez como una inmensa cometa en llamaradas que se fundirá con el mar, para apagar su luz y desaparecer.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 26/12

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