MIS PADRES
Los padres, desde nuestro nacimiento son ese motivo a levantarnos,
son la tibia leche que mana del interior de unos pechos bondadosos,
los dos son como esa primavera por venir
donde una mañana se convierte en sonrisa y un atardecer en oración.
Los míos aún después de su marcha,
son ese regocijo cuando observo en mi pared sus rostros,
aquéllos curtidos rostros tallados en mi corazón,
fuente de agua viva,
luz encendida infinita que sólo apagará aquélla sombra oscura
que se convertirá de nuevo en luz,
al abrir los ojos un día cualquiera,
y ver que la vida era una fría corriente pasajera
que se decantaría en el mar de sus dulzuras.
Al sentir la grandeza de su amor,
descubro que no hay uno como el de ellos
todas las cicatrices se esculpieron en sus manos
todo ese caudal de lágrimas que regaron
hoy son una sonrisa en los recuerdos bellos,
que su paso dejó como el aroma de un jazmín en nuestras vidas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 26/12
Los padres, desde nuestro nacimiento son ese motivo a levantarnos,
son la tibia leche que mana del interior de unos pechos bondadosos,
los dos son como esa primavera por venir
donde una mañana se convierte en sonrisa y un atardecer en oración.
Los míos aún después de su marcha,
son ese regocijo cuando observo en mi pared sus rostros,
aquéllos curtidos rostros tallados en mi corazón,
fuente de agua viva,
luz encendida infinita que sólo apagará aquélla sombra oscura
que se convertirá de nuevo en luz,
al abrir los ojos un día cualquiera,
y ver que la vida era una fría corriente pasajera
que se decantaría en el mar de sus dulzuras.
Al sentir la grandeza de su amor,
descubro que no hay uno como el de ellos
todas las cicatrices se esculpieron en sus manos
todo ese caudal de lágrimas que regaron
hoy son una sonrisa en los recuerdos bellos,
que su paso dejó como el aroma de un jazmín en nuestras vidas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 26/12
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