LA BANCA /Para Andrés Sánchez Gil L2R
De tanto caminar ya no sé a donde ir
de tanto esperar creo que me olvide de mí
de tanto huír estoy preso en una banca
de tanto pensar temo enloquecer.
De tanto llorar ya no tengo lágrimas
De tanto divisar vacías montañas;
Creo que vago en la misma estancia
esperando aquél viejo roble que amaba mi sitio.
De tanto en tanto me olvido de orar...
pero es que la pena de sentirme tan solo,
cuando ya mis pasos no copia la arena
y un frío muy hondo sólo cala y cala...
De tanto amor... me olvidé de quererte
más hay una flor guardada en mi sombrío bosque
y se estrella el eco con mis propias palabras
rebota en mi pecho de agonía intensa...
de tanto en tanto... yo me estoy muriendo.
De tanto andar se han borrado mis huellas
lento caminar hacia el mismo destino
pero aún temo llegar... me encantan los cerros
y ésta soledad que se acompaña de la brisa fresca
y todo éste amor que no cabe en mi pecho.
Tomo mi cayado en silencio...
sigo... sólo sigo ya conozco el camino
regreso al sitio donde quedó mi vida,
de nuevo retorno al conocido encino
al robledal oculto donde canta el mirlo
y donde el gorrión anida en un mullido pino.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 12/12
De tanto caminar ya no sé a donde ir
de tanto esperar creo que me olvide de mí
de tanto huír estoy preso en una banca
de tanto pensar temo enloquecer.
De tanto llorar ya no tengo lágrimas
De tanto divisar vacías montañas;
Creo que vago en la misma estancia
esperando aquél viejo roble que amaba mi sitio.
De tanto en tanto me olvido de orar...
pero es que la pena de sentirme tan solo,
cuando ya mis pasos no copia la arena
y un frío muy hondo sólo cala y cala...
De tanto amor... me olvidé de quererte
más hay una flor guardada en mi sombrío bosque
y se estrella el eco con mis propias palabras
rebota en mi pecho de agonía intensa...
de tanto en tanto... yo me estoy muriendo.
De tanto andar se han borrado mis huellas
lento caminar hacia el mismo destino
pero aún temo llegar... me encantan los cerros
y ésta soledad que se acompaña de la brisa fresca
y todo éste amor que no cabe en mi pecho.
Tomo mi cayado en silencio...
sigo... sólo sigo ya conozco el camino
regreso al sitio donde quedó mi vida,
de nuevo retorno al conocido encino
al robledal oculto donde canta el mirlo
y donde el gorrión anida en un mullido pino.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 12/12
No hay comentarios:
Publicar un comentario