Allá sobre las verdes ramas
Viendo el sol entre los cañaduzales
Con el fragante olor de las orquídeas
Y una oración como ramo de nardos…
Con sus grises plumas al viento
Danzando de madrugada…
Rebosante de dulzuras
Traías… entregabas…
Sobre el granado tupido de rojos frutos
Semillas jugosas como perlas rosadas…
Y con tus verdosos ojos puestos en el ocaso
Toda mi vida llenabas.
Tu canto era de alondra, o tal vez de zorzal…
Pero en tu voz me decías: que en tu recuerdo vivía
Una hermosa y cándida princesa
Que en incierto día alguien robó de tu jardín.
¡Canta sinsonte que tu voz alegra el alma…!
Vas dibujando en el cielo esteros y raras flores
Cuando en los atardeceres te conjugas con el sol
Y con tus sones le invitas a volar al infinito…
Desde la montaña de mi vida escucho,
Una lluvia de besos copiado en los madrigales
Y sobre los cerros se funden,
Todas las nubes de plata de sus ausentes miradas.
Ya viajeros del camino… sueltos los hilos de sus cometas…
Extendidas sus alas… se escuchan a mis sinsontes,
Que al levantar vuelo nos dejan; sólo huellas imborrables
Y en el alma… eternas tristezas y llanto.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 16/12
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