sábado, 30 de julio de 2011

CANOERO (205)

CANOERO (205)
Publicado pors en diciembre 19, 2010 en 2:00am

¿De qué le sirve al hombre su cansancio,
si finalmente su risa se la lleva el viento
junto a sus agotadores trabajos?

¿De qué tanto afán?
¿De qué, entre perfumadas rosas, claveles y azucenas,
envuelto en su mortaja frío y vacío?

¿Para qué escribo versos?... ¿quién los leerá?
Quedarán en cualquier página olvidada
en el oscuro silencio de un computador,
o en mi viejo cuaderno vencido y añejado
tirado en cualquier rincón.

¿De qué me sirvió el amor,
y los días de trabajo, sembrando y cosechando sueños,
desde el amanecer brillante ilusionado,
hasta el atardecer, adornado con bellas notas y canciones?

¿Cómo aliviaré el vacío de mi corazón
en el rincón solitario donde se encuentra?

Triste y vana vida la del hombre
donde parecieran inútiles las oraciones,
y el amanecer se trunca con la brisa suave,
trayendo en sus entrañas furia disfrazada de amor.

¿Quién ha regresado una vez se ha ido para siempre?
¿Cómo puedo creer que la luz que diviso entre mis sueños,
no es sólo la locura de mis pensamientos sin cordura
embriagados con el silencio de mi soledad?

¡Cuántos atardeceres angustiosos!
¡Cuántos amaneceres en la soledad de mi aposento!
¡Cuántos momentos de vacío sin entregas amorosas!
¡Cuántos instantes perdidos en el tiempo,
empapados de ansiedad y desconcierto!

Muchos ojos con el brillo de la desesperanza,
movidos por el impulso del hambre y el desespero por vivir.
Arrugas sembradas de lágrimas,
despedidas sin regreso,
vanidad esparcida causando angustia...

¡Cuánta soberbia embrutecida robando el calor de una vida,
brindis con copas  llenas de sangre,
colmando el vacío que nunca llena la ambición!

Hoy lo he visto pasar...

¡Canoero!...  He pensado en ti,
viéndote adornar nuevos paisajes desolados
te vi recorrer con tu nave de madera muchos lugares
llevando consigo las miserias y el dolor ajeno...

Te vi pintado el rostro de negro
curtido por el fuego abrasador...
¡Canoero!... arrastra contigo mi dolor,
llévate mi desconsuelo,
al abrigado rincón de tu barca de madera.

Silencioso amigo de infortunio
¡Casi no reparo en ti!... Ya no queda ni el recuerdo,
pero tú, constante amigo de tristezas,
que afanoso recorres mis senderos olvidados,
a ti nadie ha preguntado:
¿Por qué cargas con tanta pena ajena?

Estos versos eran para ti
hasta ahora lo descubro,
aún a pesar de tu soledad y silencio
he reparado tu negro rostro pintado con surcos de dolor...

Llevas a cuestas tus incontables penas,
en el insondable brillo de tus ojos
qué bien sabes ocultar con cantos de tambor...

¡Canoero! ...¿quién pagará el cansancio y tu trabajo agotador?
Vas y vienes, me enterneces con cada llegada,
me ilusionas con cada partida...

¡Qué bien bates tus alas de madera!
¡Qué bello mirar translúcido y pleno!

¡Canoero!...  con tus sonidos de madera,
tus sueños perdidos en el horizonte de un camino incierto,
¡qué bien sabes cargar las penas ajenas!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre  17/10



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