CANOERO (205)
Publicado pors en
diciembre 19, 2010 en 2:00am
¿De qué le sirve
al hombre su cansancio,
si finalmente su
risa se la lleva el viento
junto a sus
agotadores trabajos?
¿De qué tanto
afán?
¿De qué, entre
perfumadas rosas, claveles y azucenas,
envuelto en su
mortaja frío y vacío?
¿Para qué escribo
versos?... ¿quién los leerá?
Quedarán en
cualquier página olvidada
en el oscuro
silencio de un computador,
o en mi viejo
cuaderno vencido y añejado
tirado en
cualquier rincón.
¿De qué me sirvió
el amor,
y los días de
trabajo, sembrando y cosechando sueños,
desde el amanecer
brillante ilusionado,
hasta el
atardecer, adornado con bellas notas y canciones?
¿Cómo aliviaré el
vacío de mi corazón
en el rincón
solitario donde se encuentra?
Triste y vana
vida la del hombre
donde parecieran
inútiles las oraciones,
y el amanecer
se trunca con la brisa suave,
trayendo en sus
entrañas furia disfrazada de amor.
¿Quién ha
regresado una vez se ha ido para siempre?
¿Cómo puedo creer
que la luz que diviso entre mis sueños,
no es sólo la locura
de mis pensamientos sin cordura
embriagados con
el silencio de mi soledad?
¡Cuántos
atardeceres angustiosos!
¡Cuántos
amaneceres en la soledad de mi aposento!
¡Cuántos momentos
de vacío sin entregas amorosas!
¡Cuántos
instantes perdidos en el tiempo,
empapados de
ansiedad y desconcierto!
Muchos ojos con
el brillo de la desesperanza,
movidos por el
impulso del hambre y el desespero por vivir.
Arrugas sembradas
de lágrimas,
despedidas sin
regreso,
vanidad esparcida
causando angustia...
¡Cuánta soberbia
embrutecida robando el calor de una vida,
brindis con
copas llenas de sangre,
colmando el vacío
que nunca llena la ambición!
Hoy lo he visto
pasar...
¡Canoero!...
He pensado en ti,
viéndote adornar nuevos
paisajes desolados
te vi recorrer con
tu nave de madera muchos lugares
llevando consigo
las miserias y el dolor ajeno...
Te vi pintado el
rostro de negro
curtido por el
fuego abrasador...
¡Canoero!... arrastra
contigo mi dolor,
llévate mi desconsuelo,
al abrigado
rincón de tu barca de madera.
Silencioso amigo
de infortunio
¡Casi no reparo
en ti!... Ya no queda ni el recuerdo,
pero tú,
constante amigo de tristezas,
que afanoso
recorres mis senderos olvidados,
a ti nadie ha
preguntado:
¿Por qué cargas
con tanta pena ajena?
Estos versos eran
para ti
hasta ahora lo
descubro,
aún a pesar de tu
soledad y silencio
he reparado tu
negro rostro pintado con surcos de dolor...
Llevas a cuestas
tus incontables penas,
en el insondable
brillo de tus ojos
qué bien sabes
ocultar con cantos de tambor...
¡Canoero! ...¿quién
pagará el cansancio y tu trabajo agotador?
Vas y vienes, me enterneces con cada llegada,
me ilusionas con
cada partida...
¡Qué bien bates
tus alas de madera!
¡Qué bello mirar
translúcido y pleno!
¡Canoero!... con tus sonidos de madera,
tus sueños
perdidos en el horizonte de un camino incierto,
¡qué bien sabes
cargar las penas ajenas!
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 17/10
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