lunes, 21 de septiembre de 2015

TU MIEL [24]

Mis hermanos y padres


TU  MIEL [24]

¡Es raro!, sentí que una flecha había tocado mi corazón,  que de pálido rostro, un rubí encendió su fuego en mi carne, ¿eres fuego?, ¿o eres tú el amor?

Respondió con lluvia, aromó mi bosque gris y turbio,  limpió toda la inmundicia de bocas que maldijeron mi existencia.

Creí que me oxidaba, moría lentamente en mi tristeza, me sentía como un gusano sin poder encontrar un huerto, dentro de un frasco de cristal subía y bajaba, pero abriste la puerta y tu mano sentí, sobre ella trepé hasta la copa de un árbol, me dejé besar de la primavera, bajo una rama, fabriqué la cárcel más segura, donde nada ni nadie me tocara, y cierto día, sin saber de números, sin conocer de tiempo, con valentía reventé los cerrojos y volé con alas de colores, hasta la fronda divina que me habías prestado.

Dulce amor, ¡qué almíbares encontré en ti!, cada flor prestada en el camino fue una oración, pero un manantial tocó mis alas, y me volví más grande que una nube pasajera, fui sombra y luz, para en medio de la quietud de una tarde, donde nadie oscurecería el sendero de las rosas, me volví copia mía y tuya, en un transparente lago.

¿Serían tus ojos?, un parpadeo de pestañas me pareció una palmera bailando, suspiro en el alero de tu boca,  y ahí me quedé prendida, ¡flor mía amada!, tomando de esa miel que me volvía joven y feliz por  un día.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 20/15