domingo, 3 de abril de 2016

OLOR A MADRE (83) (A)




OLOR A MADRE (83) (A)

Cuando una madre se va,
Quedan huellas imborrables
En el alma.

Su voz,
Murmullo del mar
Entre las rocas.

Sus besos,
Suave brisa de primavera
Que aunque lejos florezca,
Con su aroma nos persigue,

Y con el canto de las aves,
Con felicidad nos toca.

Raquel Rueda Bohórquez
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ESPERARÉ (84)

ESPERARÉ (84)

No me pierdo
La cita con la luna
Cada noche,
Porque sé que a veces
También miras hacia ella.

Estaré viendo desde mi ventana
Uno que otro pájaro nocturno
Que pasará por ahí como yo,
Buscando el brillo de una estrella
Para devorarla.

Nunca perdería
Una cita de amor contigo.

Mojada pareceré una roca
Dentro de un lago,
Y así te esperaré.

Igual esperan cada día
Las flores de loto
El beso cierto
De un errante colibrí.

Raquel Rueda Bohórquez
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SIN PREGUNTAS (85)

SIN PREGUNTAS (85)


No te preguntes ahora
Qué hiciste ayer;
Sólo camina,
Y has hoy
Lo que debas hacer.

A lo lejos
Descubro una promesa
Llamada sol.

No hay traición ni mentira
Si al despertar
Abro mi ventana
Y lo veo ahí
Como siempre,
Enamorado de
Del bosque.

La tarde es el suspiro que viene
Para prometer,
Que la oscuridad se hizo
Para que las estrellas sean vistas,
Y las luces de las luciérnagas
Se encuentren y se amen.

Me prometo hoy
Que me perdonaré por llorar;
Me amaré como soy,
Abriré mis alas
Porque me antojo en ser libre
Como lo es el viento,
Pues nada persigo
Con tanto correr.

Raquel Rueda Bohórquez
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BONITO EL AMOR (86)

BONITO EL AMOR (86)

¡Qué hermoso
Si en medio de una tormenta
Sentimos que llueve el amor
Cual arena en el desierto!

Semeja un huracán
A un beso ardiente;
Convertimos una lágrima
En una perla,
La sangre en lluvia de vida.

¡Qué divino nos parece un día!
Un segundo puede ser eternidad,
El reloj se detiene
Pero no frena el tiempo.

Todo lo volvemos alegrías
Si aparece el amor
En ese sueño ligero,
Que nos mantiene despiertos.

Raquel Rueda Bohórquez
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ALAS DE POEMA (87)

ALAS DE POEMA (87)

Quisiera ser una gaviota
En tu camino,
Para que al menos
Me veas...

Mi cárcel
Es una lejana espera de amor.

Abro mis alas en un poema
Para estar cerca de ti,

Y las pliego,
Para olvidar
Que vivo enamorada
De un sueño sin alas.

Raquel Rueda Bohórquez
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PAYASITO (88)

PAYASITO (88)

Mi payasito lindo
Que haces el amor
Y te imaginas conmigo.

Lo que por ti siento es bello,
No hay trampa ni engaño;
Sólo te traiciono
Con el sol de la mañana
Y la luna,
Si la observo
Y pienso que también la ves.

Mis sueños son tan pequeños
Que con solo verte,
Estaría prisionera de tu corazón.

Bastaría un brindis
De tu boca en la mía,
Y mi cáliz lleno
De tu bendición.


Raquel Rueda Bohórquez
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EN SUEÑOS (89)

EN SUEÑOS (89)

En sueños, una voz cálida de hombre joven,
Me habló con dulzura.

Corrí a buscar en dónde escribir éstas frases,
Una por cada sueño, que hoy
Por otra razón las recordé:

Si quieres brillar, apágate...

Luego esa otra frase que baila en mi mente:

Ilumínate con el resplandor de otros.

No hay error, pienso en las estrellas muertas,
Y en su luz intensa en las noches.

Pienso en ti, en Él, en todos...
No puedo ser más brillo para otros,
Si no veo ese resplandor ajeno,
Si no comulgo de sus hambres
Y siento mías tanto sus alegrías
Como sus penas.

Raquel Rueda Bohórquez
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ARROPADAS DE NIEVE (90)

ARROPADAS DE NIEVE (90)

¿Acaso importa la nieve más que la lluvia?

El día que deje de nevar, se despejará el bosque y cada árbol sabrá cómo reverdecer; pero el día que caiga la lluvia, veré cómo florecerán poemas en cada corazón.

Más si un día no hay árboles, ¿puedes imaginar en qué lugar brotaría un poema?, sería como pensar en el amor y desearlo, pero jamás recibir respuesta.

Por eso, el día que deje de nevar o el día que no llueva más, será porque me he ido a buscarte, y reventaremos entre los dos la profundidad de un desierto, horadaremos en su corazón para llenar cada rincón de verdes, de rojos, de tantos colores que el arco iris estará celoso de un amor así.

Me inquieta también un poema que acabo de leer; “El sueño de los árboles”, de Jorge Esquinca, donde su inquietud se parece a la de muchos de nosotros, también pensé en esas aves que se posaban en el árbol del patio vecino, en esos cotorros cara sucia que hacían mis días hermosos viéndolos comer frutos, y que nunca tuve la velocidad de retratar sus imágenes tan divinas,  y del mirlo que adivinaba era mi madre cantando cada día para mí, de tantos  y tantos ángeles que corrían presurosos buscando un contento.

Ahora, ¿qué sería de ellos?, ¿a qué árbol se arrimarán si cada día veo menos?, y en esto expresé mi angustia, de ese otro día cuando todo sea un mundo de cemento, donde no florecerá ni siquiera un poema.

Ese día no estaré aquí, pero habrá muerto gran parte de la poesía que volaba por el cielo, y correteaba hojas y flores; que en medio de ellas armaban nido, y la vida se convertía en un racimo de frutos para contentar y mitigar el hambre de amor que tanto nos falta  y que a ellos sobraba.

Me inquieta el mundo del silencio, ese día seremos zombis, muertos vivos andando por ahí, soñando el mundo que teníamos, pero que nuestra ambición y ceguera no permitió.

El día que deje de nevar o de llover, el día que no vea un árbol en cada puerta y las montañas se hayan ido a vivir al mar, ese día seré parte de una estrella y desde arriba lloraré sobre sus obras.

Ese día está cerca, tan cerca de ti, como éstas ganas que tengo de amarte, este deseo grande, este anhelo de contigo  caminar descalzos por la arena, para adivinar en el cielo flores blancas y reír con sus ruidosas serenatas esperando el sol aparecer.

Ese día tal vez no lo veré, pero al visualizarlo lo estoy viviendo.

Raquel Rueda Bohórquez
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