sábado, 2 de abril de 2016

POETA (91)

POETA (91)

Si ves
Hacia mi ventana,
Sólo fuego.

¡Ven
Y apágalo
Con un verso!

Raquel Rueda Bohórquez
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SONIDOS (92)

SONIDOS (92)

El amor de una madre
Tiene el sonido del viento
Y la grandeza del mar.

Su profundidad
Está en la mirada;
Su fondo azul
Guarda el cristal
De su alma.

Aún después
De elevarse cual ola gigante,
Retorna siempre,
Entre juguetonas lágrimas.

Raquel Rueda Bohórquez
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ASÍ ES (93)

ASÍ ES (93)

Cual una cascada,
Así es el amor de una madre.

Se desborda, canta,
Besa las rocas.

Va por el rocoso sendero
Con dulzura,
Trovando sus penas
Y orando sus alegrías.

Deja a su paso
Verdes encendidos
Y cantares de cigarra.


Raquel Rueda Bohórquez
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ERMITAÑOS (94)

ERMITAÑOS (94)

Cuando escuches en la noche
Un llanto de luna,
Y ruegues al cielo
Por un amor;

Atiende a la brisa que pasa
Por entre los gajos mustios,
Que ahí estará su voz.

Si luego
Sobre una roca,
Un grito ahogado
Se pega de tus ojos;

¡No hay afán!
Es rocío anunciado;
Son rosarios sin armar
Que palpitan en tus mejillas
Y se convierten en ermitaños
Que buscan el mar.

Raquel Rueda Bohórquez
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¿QUÉ HAGO? (95)

¿QUÉ HAGO? (95)

Amor, ¿qué hacemos ahora?

Quisiera salir a la puerta
A gritar fuerte tú nombre
Y volar simplemente
En alas de luz
Hasta tus brazos.

¡Han de ser tibios!
Luego quedarme ahí
Pegada de tus ojos
Cual negra mariposa
De un candil.

Raquel Rueda Bohórquez
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AMOR (96)

AMOR (96)

Eres mi sol y mi luna.

Al aparecer las primeras estrellas
Sueño que las has encendido
Para enamorarnos de ellas.

Bonito has tejido el cielo,
Entre más negro, más brillo;
Entre más lejano,
¡Más te quiero!

Entre azules y negros
Se desvanece el día,
Para transformar mi melancolía
En un sueño corto
De muerte pequeña.

Pero retornas en la mañana
Otra vez cálido y sereno
Besando mi ventana,

¡Y todo se transforma
En dulce sinfonía
Moviendo las ramas!

Raquel Rueda Bohórquez

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PRISAS (97)

PRISAS (97)

No vayamos tan aprisa,
Pues el golpe nos llega
De donde menos esperamos,
Para que se calmen los bríos,
Volvamos los pies a la tierra
Y la mirada hacia las montañas.

Raquel Rueda Bohórquez
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BÚSQUEDA (98)

BÚSQUEDA (98)

Buscando a Dios
Se nos va la vida,
Pero Él aroma
En cada esquina,
Vuela en cada pluma
Y se entrega en cada fruto.

Buscando a Dios
Me hallé desnuda
Y doblada como una caña
Esperando un beso suyo
En cada puesta de sol.

¡Me sentí tan pobre
Ante su gracia!

Más luego lo vi nacer en tu mirada
Y lo hallé sonriente
En mi corazón.

Raquel Rueda Bohórquez
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SIN COMPROMISO (99)

SIN COMPROMISO (99)

No importa cuántos desinfectantes usemos en la puerta, ni todo lo que aparentemos ante los demás de limpios por fuera, si por dentro somos un asco de personas.

 La situación se está poniendo gris en mi país. Recuerdo unas épocas horrendas; que el Señor nos proteja de esas brisas que vienen contaminadas por el hombre, de la gente que arroja su basura a los arroyos para que el río tenga que tragar sus inmundicias.

No es justo que tratemos así a nuestro amado río y mar, nos falta apropiarnos de ésta hermosa ciudad, entre todos podemos hacer de ésta tierra un paraíso, si respetamos cada árbol, cada ser vivo y cada hoja en el camino.

Siento mucha pena por el Río Magdalena, y con rima, quiero hacer un llamado a ésta sociedad injusta, somos nosotros los propiciadores de tanto mal, si cada uno actuara el bien. Hay demasiadas maneras de hacerlo, ellas se muestran cada segundo ante nuestros ojos, manifestándonos, enseñando, regañando, no sé, voy por los canales para que el agua lluvia pase, y siempre, a pesar de que la empresa recolectora limpia, la gente otra vez arroja sus porquerías ahí, muebles viejos, colchones, plásticos, etc. etc., es aterrador pensar que todo esto va al río y luego se juntará con el mar en Bocas de Ceniza en un recorrido lleno de corrupción y dolor.

Luego vienen los  otros corruptos, los hay en todo lado, los que se aprovechan de las partidas que se envían a cada pueblo para hacer obras, y terminan estos dineros engrosando las cuentas de ahorro y corriente de los vagabundos que desangran a nuestro país.

Imágenes de mujeres repartiendo miserias a los niños, cuando han dado las partidas correspondientes, pero nada les importa la vida ni el hambre ajena mientras tienen sus grandes buches de pavos a punto de explotar, sino untarse del mismo cáncer que está destruyendo a nuestra sociedad: la corrupción. Ahora pienso que no soy colombiana, mi país está vendido, las montañas le pertenecen a empresas extranjeras que explotan nuestros minerales y acaban con nuestros ríos y quebradas, contaminan el ambiente y acaban con los animales y las plantas, pero no veo quién ponga freno a esto, aunque la lucha es constante, el poder siempre lleva las de ganar.

Estoy deprimida, el planeta se lo adueñan los corruptos, y ese cáncer está haciendo metástasis en la sociedad del mirar hacia otro lado y comer de la misma porquería, al menos, una que otra golondrina se eleva resplandeciente, brillando al sol con intensidad.

El consuelo es seguir esperando en la juventud que viene, en un cambio real, y que miremos más hacia la naturaleza, de lo contrario estamos perdidos.

 Ésta vaina va cuesta abajo, parece una gran roca que no tiene quien la detenga en su caída.

Raquel Rueda Bohórquez
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EL RUISEÑOR (100) (A)

EL RUISEÑOR (100) (A)

Un día halló su libertad,
Y se fue con sus alas abiertas
Con un ramo de rosas rojas
Entre sus puños cerrados.

Otro día sin él /pensé,
Otra mañana sin su grácil voz
Y esa imagen que atrapábamos
En la pupila y entre nuestros brazos.

Nos enredábamos en ella
Agradeciendo siempre
Por su mirar de miel
Que escurría cual panal
Sobre nuestras vidas.

No cabía más tristeza en el corazón;
Hasta el alma en su danzar vivía triste.

Pero otro día,
En que nada pensábamos
Y no le hacíamos preguntas a la vida;

Otro día viendo hacia el horizonte
Sin adivinar siquiera ese temblor de gajo
Que a sus hojas movía;
¡Lo escuché!...
/Me di cuenta que había regresado.

Nuestro ruiseñor
Abría su pico con intensidad,
Sonaba su arpa con tal furor
Que toqué en medio de mi soledad
A un ángel que hacía florecer en su flautín
Esos pensamientos amarillos
Que nos tocaron cierta vez.

Luego llegó el ocaso, ¡tal cual!,
Así fue, ¡levantó vuelo!,
Y dejó sonando su melodía
En este ahora que nos topó despiertos
Pensando en la fragilidad de la vida,
Y en la divinidad
Que su cantar nos prodiga
Hoy como ayer…

Raquel Rueda Bohórquez
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