martes, 9 de febrero de 2016

PÁJARO EN LA NIEVE (48)


PÁJARO EN LA NIEVE (48)

Adivinando en el bosque que tus ojos copian;
Me doy cuenta, que hay una razón para cada hoja;
Y otra vez, la nieve, en ser oveja se antoja,
Para congelar el amor en un rincón del tiempo.

A veces del árbol más verde caen sus hojas
Pues el comején sin adivinar,
Se ha comido su corazón.
Oculto y traicionero, estuvo inquieto
Esperando de su quietud la ocasión.

Y entre un amarillo bosque me adivino;
Soy una sombra en el espejo de un lago
Que se burla de mí, con ese sin sentido,
Que nos vuelve desconfiados;
Para en esa oscuridad, traicionar un sentimiento
Y ocultar en palabras nuestra verdad.

A veces, un pájaro herido no halla su fuente
Para en el momento del acoso,
Herirse otro tanto contra el filo de una roca,
Y al querer volar,
Ser asido por unas garras con filo de navaja
Que ahondan sus heridas, más y más…

Me doy cuenta que los versos son dorados;
Que la nieve es un velo de novia que cubre al bosque
Y soy entre todo, la hoja que más sacude el viento.


A veces, sólo a veces en medio de las hojas secas
Adivino el pesar y la tristeza, y me acojo a esa tibieza
En medio de otro día regalado, donde ya no estás;
Porque tu amor me ha traicionado, y apareces luego
Con tus ojos en mis manos, y tus plumas manchadas,
Adornando un frío lago, con la mirada perdida,
Buscando el nido que ayer te cobijó.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, febrero 9/16

AHORA/Andrés Sánchez Gil (49)

A un amigo. Siempre envió imágenes de potros para que escribiera; ahora cada imagen de caballos pastando en la llanura, me traen al recuerdo a un hombre Español de bonita estampa, que bromeaba siempre, y era alcahuete de mis bromas. A Barbitas.


AHORA/Andrés Sánchez Gil (49)

En el momento de la pampa
Ha despertado tu recuerdo.
En el segundo del relinchido,
De las patas que hacen ruido
Sobre las secas hojas del camino,
Retorna a mi corazón tu recuerdo
De potro bueno de mirada altiva,
Que no baja el cuello ante las tormentas.

Ahora el olor a tierra húmeda,
Los grandes hombres erguidos
Y de majestad impresos
Al brote de lirios frescos y begonias,
De orquídeas necias que se cuelgan
De fuertes gajos en cualquier sendero.

Un extraño sentimiento de cariño
Retorna entre las voces nuevas.
El potro cocea, se dobla y ama,
Sin prisas, besando la pradera;
Acariciando ancas sin pensar en nada.

¿En dónde estará el caballo viejo?

Cierto día hizo un llamado;
Era su voz cansada, ¿acaso lo sabía?

Silenció su garganta,
Y a escondidas
Como hacen los valientes;
A un Señor vestido de blancas nieves,
Resignado, entregó su vida.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 9/16