EL
COPLERO [3] [71]
Recuerdo
al viejo,
algo
maricón se veía,
caminaba
afrijolado
camisa
almidonada
flor
en la solapa,
y
una picardía untada
para
que la boca se viera
como
una nena malcriada.
Sabía
declamarle a la vida,
pero
huevonadas a nadie le importaban;
igual
hay mucha mariposa en ésta vida
que
por hombre muy dispuesto
decía
y pregonaba.
Cada
quien con su andar de gitanilla
mujer
hombre, hombre mujer,
vagina
o pene sin saber
que
bajo el manto de la hipocresía
todos
pecamos y nadie lo ve, ni lo adivina.
Falsa
sociedad, burgueses todos,
come
mierda, groseros, sedentarios
pajuelos
detrás de los escritorios,
vulgares
con sus revistas de tetas y culos
y
para la casa sólo pedos y embarradas.
El
coplero no dijo ni un verso,
estaba
cansado de la vida,
decía
que malo si parecía
y
perverso, si mostraba lo que era.
Entonces
para acabar con tanta habladuría
le
demostró al pueblo que maricas era lo que había
y
putas arropadas bajo la ruana,
por
soberanas y vírgenes pasaban.
¿Pero
qué importaba la vida ajena?
Vivir,
y dejar vivir sin tanta falsía,
amar
lo amado y desamarlo,
armando
telarañas en la garganta
y
componiendo versos plebes
para
él, tenían más valía,
que
hablar de cosas tan vanas
como
si te gustan las tetas
o
adoras las cerbatanas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
marzo 10/15
Publicado
por Raquel Rueda Bohórquez en 17:18
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