MURMULLOS [34]
¿En
qué murmullo de hojas estás?, ¿en qué ensenada, donde una roca pacifica todo, y
nos enseña a esperar con paciencia la sombra del águila sobre su pedernal?
¡Ay
amor mío!, ¡si supieras que me desvelo en ti pensando!, pero vano es mi tiempo,
se agota, parece un reloj cansado; pero soñé con mi padre ayer, era joven, ¡hermoso!,
estaba sin camisa, con esa sonrisa única, y su mirada de topacio negro,
¿existen esas joyas en éste universo?, se fueron, nunca más vieron mis ojos ni
mis manos levantadas en mi ventana abierta.
Pero anoche estuvo ahí conmigo, bailábamos esa
música del ayer entre saltos pequeños de grillos monos y azabaches azules.
Luego,
no sé en qué punto bajó una quebrada que heló mis dedos, y un suspiro nuevo lo
alejó de mí, ¡pero ha regresado!, ¡bendito mi roble amado, bonito padre mío que
sólo dejó en nuestra vida cantares y sonrisas miles!...
¿Escuchas
éste poema?, así como ayer, te veo y enmudezco, pareces una estrella en mi pálido
universo, ¡pero brillas!, siempre hasta iluminar de aguaceros mi existencia,
brotando tus gotas de rocío de mis ojos, y las tuyas, en medio de un rosario de
besos.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 11/15
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