jueves, 16 de octubre de 2014

NAVEGANDO


NAVEGANDO
Y se fue mi barca a navegar
¡Llévame Señor
A donde mi amor está!

El flautista en la montaña
El cóndor elevado con sus alas abiertas
El mar divino elevando olas
La playa recibiendo sus besos.

Cascada mía clara y limpia
Sigue bajando por la cuesta,
Adivina el sitio del grillo y la luciérnaga
Despeja las hojas secas y acércales
Que se junten en amores y besos
Sin importar tanto embeleco
De las aves que al verte pasar se alejan .

Pinta mi árbol de colores
El rojo intenso, el amarillo
¡Divino el ocre, enciéndele más!

Permite que busque tus azules
El mundo loco no me engañará,
Eres tú la claridad del agua
Mi azul amor, mi divino resplandor.

Tu camino, bendito sendero
Como una oveja negra cruzaré
Tienes tus ojos puestos en el mundo
Eres el dueño del amanecer.

En tus aguas me agito
No tiemblo más,
El miedo huye al cerrar los ojos
Pero al abrirlos, más te puedo contemplar.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, octubre 15/14

MIENTRAS

MIENTRAS
Si amigos, mientras unos doblamos las rodillas para agradecer por un día más, otros que se creen invencibles, pierden el tiempo inventando venenos para matar.
Y arriba de la montaña, felices los vi, más luego, cuando reventaron sonidos y el ave asustada se alejó, también los vi bajar, aprisa, huían de los mismos hermanos demonios, robaban hasta sus harapos, ¡mi cerdito!, ¡préndase de María mija!, vayámonos lejos de nuestro divino hogar, porque llegan los buitres hambrientos, y sin nada, nos dejarán.
Mientras muchos lanzan el alimento a la basura, he visto a otros hurgar en ella, no sólo niños, no, también he visto ancianos, jóvenes sin estrella porque el destino los estrelló contra ella.
He caminado poco, pero visto mucho, hay gente que ve muy bien, pero no mira, hay personas que tienen buen oído, pero no escuchan, sólo pasan por la vida como los zancudos, brindando con el púrpura ajeno, y dejando tan solo una herida.
Escucho cantores, flautistas, gente con mucha sabiduría, pasan con sus botes de basura al hombro, pero llevan en el rostro una sonrisa y en el corazón un arpa.
En cambio, muchos lo tienen todo para ser felices, les dan más de lo que merecen, y no piensan que mañana tal vez jamás llegue, que tenemos éste ahora para amar, sino, saldremos como perdedores aunque parezcamos reyes, y ellos, los que siempre vimos como tontos, pobres idiotas sin destino, serán los poetas con historia, lo se, siempre lo presentí, quien bendice una flor o una hoja seca, es digno de vestir galas de rey, como el sol de cada mañana y el cielo, de cada atardecer.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 16/14

ALIMENTANDO AVES

ALIMENTANDO AVES/A Francisco Barrera
¿Qué delito he cometido?
Si me desahucian como a las aves de sus nidos
Si me quieren dejar en la calle desnudo y triste,
Me podrían decir, seres sin alma,
¿Cuál será mi castigo?
Cada día los veo llegar
Un murmullo de voces se aproxima a mi jaula
Tan poco lo que tengo para dar
Pero sus trinos mi corazón inflama.
¿Qué me dices de hoy?
¿No presientes tu propio mañana?
Sólo tengo el vestido del sol
Y de las montañas el cantar de las aves.
¡Aquí estoy!
Debes ser el primero en abrir mi jaula
Mi casa, es mi pequeña prisión
Por eso a ellas las alimento con ganas.
Tengo todos los años
Pero ahora, me han regalado lágrimas
No tenía sino felicidad cuando las veía llegar,
¿Qué podrá llenar ahora mis manos?
Espero mi libertad
Pronto será, ¿tú serás feliz?
Abre tu corazón, deja tu soberbia pasar
Y ven, acércate a la mirada de Dios
Que es la mía, cuando asomo a la ventana.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 16/14

SOÑANDO CON DIOS


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SOÑANDO CON DIOS

Ahora que viene el tema del señor Francisco Barrera, recordé a mi tía Felipa, y a mi madre contándome la historia, mi tía siempre alimentaba aves, muchas palomos llegaban a su casa, pero no solo a los palomos, ella recibía dos pensiones, la de su esposo y la de Félix, mi primo, que como Anderson también falleció de manera trágica en Barranca, pues bien... y ese dinero era para las aves y las personas de la calle que venían tras sus ollas llenas de comida, día a día, hasta su muerte, mientras precisamente las alimentaba en un parque y se fue luego a misa a dar gracias, pocos días después caer de una silla de la iglesia, mi tía se llevó todas sus semillas para el cielo.

Cuando mi madre llegó de visita pues se querían mucho, poco se veían pero siempre se pensaban, esa vez ella le relató un sueño:

-Comadre, ayer regañé a las palomas, las grité y les dije que no las alimentaría más, que estaba cansada, que no me había comido uno de sus pichones y solo llegaban por comida, me fui a dormir y tuve un sueño con el mismo Dios, sólo blancos veía, y su voz clara y fuerte me regañaba:

-¿Quién te crees que eres Felipa?, ¿cuál es la razón para que no alimentes a mis aves?, no eres tú quien les da la semilla que tienes en tus manos, soy yo, tu Dios, quien provee tanto para ti como para ellas,-lo dijo con voz fuerte y segura- y desapareció su voz en medio de la blancura, tenía luz propia y desperté asustada.

Pues bien comadre... la sorpresa grande no fue el sueño, sino encontrar a casi todas mis palomas muertas, he llorado mucho, he ido a orar y pedir perdón, ¡mire que no es mentira!, ahí cuelgan todavía de los cables de la luz y el tejado está lleno de ellas...

Mi madre era muy piadosa, a su regreso de la visita, nos reunió para un rosario, y ésta vez cada cuenta del rosario fue ofrecida por las aves del cielo y las de la tierra, no tenemos derecho a privar a los seres vivos de su alimento, no somos realmente nada, tan iguales a ellas, tan hambrientas y necesitadas de amor como todos los seres del universo.

Una historia tan real y sencilla, que me conmovió mucho y me da mucha pena con las personas que condenan a un anciano enfermo porque alimenta a las aves, ojalá así se pararan para frenar a tantos malvados que se pavonean por el mundo, violando, robando y asesinando a otros seres humanos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 16/14

¿QUIÉN DIJO MIEDO?


¿QUIÉN DIJO MIEDO?

Nada nos asuste
Él nos sostiene

Como a las nubes
Y al sol.
¿Quién dijo miedo?
Entre espinos
filos de rocas
espadas de lenguas
manos oscuras...
Que no tiembles,
a ti Señor acudo
dueño del río y su voz,
a ti el trino del sinsonte
la voz del pequeño gorrión.
¿Quién dijo miedo?
Aunque tiemble la hoja al caer
sólo danza para resucitar,
será  abono para una flor
o lecho para el jaguar.
Pero no te asustes mi amor,
que no sea tambor tu corazón;
que no se achique tu voz
que no mueras por falta de amor.
¿Quién dijo miedo?
¡Aquí estoy!... ¡tan cerca de ti!
Te puedo tocar con un beso de brisa,
te puedo llamar, con el ruido del mar.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 14/|14