jueves, 14 de noviembre de 2013

LETRAS EN EL VIENTO [74]

LETRAS EN EL VIENTO [74]

La música fue escrita por ángeles y la interpretan los mismos;  quienes tienen por alas sus manos y por escudo, ser libres del azote de la ambición.

El sol  fue un prodigio, los científicos dicen saber de dónde brotó, pero no pueden comprobarlo…

Al igual que una semilla es la perla de un ave en un pequeño nido, la brisa en un trigal, el aura en las mañanas…

Un grano de arena, ¿quién lo preparó para ser una enorme montaña?

Esas estrellas anuncian que son más  más grandes  que la tierra, que su brillo es por su lejanía, y  a veces se desprenden para que soñemos, que cada día puede ser mejor que el anterior… pero no sabemos si hay un mañana… /me sentaré a esperar…

Esa luna colgada parece un lucero de plata, más pequeña que la tierra, ciertamente que a pesar de estar en la oscuridad, tiene su corazón un anillo de oro, que la hace destacar por ser la coqueta más amada de todos los poetas, quien se adorna de dorado y plata los cabellos, para indicar cuándo se debe cosechar.

Tantos astros en el cielo… ¿será que algún día caerán?
Desde allá le indican a los sabios los caminos y el sendero a continuar…

Ese manantial parece más claro que los ojos de Dios, pero lo podemos ver, en cambio si buscamos en el silencio, tocaremos  a ese Dios que habita nuestro interior. 

Los gorriones dicen que desaparecerán, es seguro, si el hombre continúa con sus venenos.  Los dragones de fuego extinguirán los niños árboles, que pretenden ser grandes, y las plantas que son bendiciones en salud y paz.

Esos hombres que dicen saberlo todo, se sientan a  la mesa a negociar la paz en medio de insultos de la gente. La paz es una ronda de niños que sólo espera una sonrisa, un abrazo y un perdón…

¡Corre gacela!... levanta tu rostro y déjate besar del viento, ahí está Dios, en ese suspiro… en tu corazón, ¡más no te asustes!;  en otro bosque  no morirás más, y serás quien tenga alas, para ir más allá de todos los soles, hasta el último astro azul, donde no habrá más oscuridad.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 14/13



MINUTO DE SILENCIO [75]

MINUTO DE SILENCIO [75]

De nuevo por aquí, no dejaré poemas, tal vez tenga que dejar una oración por todos los niños que marcharon ante el enojo de la naturaleza, todos somos responsables de lo que sucede en la actualidad, si dijéramos: No me sentaré nunca más en una silla de madera, me da pena, porque los míos todos son de madera, y las almas de los árboles se desnudaron, danzan con unas brisas fuertes que nos harán temblar.

Ahora doblo las rodillas, un minuto de silencio por todos los seres humanos, por los animales que se quedaron sin su árbol en donde descansar.

¿Estaremos a tiempo para salvar el planeta?
Siento hoy un nudo enorme en la garganta, vamos en picada
¿Quién nos salvará?

Camino a casa, esa casita vieja de todos los siglos, esperaremos un retorno; cuando el hombre haya acabado con todo, y la naturaleza vuelva a renacer de sus cenizas...

Será el Fénix de la historia, y tal vez, volvamos a repetirnos en una hoja, en un ave, en una flor...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 14/13


AYER EN LA FINCA [76]

AYER EN LA FINCA [76]

Le tengo pavor a los rayos y truenos,
A cruzar la esquina,
A ir al centro a ver cosas,
Sin dinero para comprar...

Me asustan las brisas ventajosas
Que se roban todo a su paso,
Como ayer en la finca,
Unos siembran, otros destruyen;
Y por su causa,
Las brisas cobran fuerza cada vez.

Muchos árboles viejos cayeron,
¿y los niños?... ¿tendrán oportunidad?
El rancho de las locas al suelo,
Y son de mi vecindad.

Despavoridos los niños,
Los viejos recordaron llorar...
Le tengo miedo
A la naturaleza enojada, ¡mucho miedo!
¿En dónde me esconderé si me viene a buscar?

¡No te apartes!,
Quédate un instante,
Junto a una muralla,
Sin pena abrazados.

El salmo 91,
Una vela encendida,
Un beso, puede ser …

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 14/13





A UN MAÑANA [77]

A UN MAÑANA [77]
Música de Edvard Grieg

Un bosque añoro de traje esmeralda,
de joyas amarillas virando al sol.
Con rocas desnudas cual viejos amantes
arrodilladas, sumisas,
esperando un cantor.

¡Qué zafiro azul el cielo!
Tantas joyas imposibles de comprar
y fáciles de vender…

¿Por cuánto me vendes un trocito de ponto?
Quiero una perla de nube blanca en un cofre,
y un suspiro tuyo vendido en mi boca…

Viajan ahora entre algodonosos trajes,
son niñas perdidas en el espacio,
coquetas nubes que se tornan grises
al llegar la tarde…

Y el ocaso marcha, con esos radiantes colores.
Oculta el sol su belleza, danzando entre flores,
animando los ojos a buscar una estrella
donde las manos se toman,
y los labios se encuentran.

Mañana estaré perdida contigo…
En ese pastizal donde navegan ovejas de lana
y nadie las tocará, ni teñirá de púrpura su traje.

Espero impaciente ese viaje…
¡Qué nadie diga que busco la muerte en tus brazos!
Es el mañana un llamado inseguro, pero existe un ahora,
el precipicio acecha, se escucha un murmullo…

Son los hondos suspiros del aire enojado
que lanza los escombros muy lejos,
para que el hombre desvíe la mirada
hacia los bosques del cielo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 14/13