miércoles, 13 de noviembre de 2013

ENTRE CISNES [78]

ENTRE CISNES [78]

¿De qué lugar he bajado?
¡Todo es tan blanco ahora…!
La niebla, las montañas…
El sonido que me atrapa
Que me hace llorar de emoción;
es un súbito temblor
Para bendecir el aura
Y doblar el cuello…

Bajan del cielo tus congeladas gotas
¿Qué magia has impregnado al mundo?
Mi poeta preferido, mi amor…

¡Cómo quisiera atrapar tus ojos!
Desnudar mi alma entre tu blanco traje
Para ser pequeña luz en el bosque,
Y mano silenciosa, para el caminante.
¿Eres un serafín acaso, grande y pequeño?
Surtes de dulzura la tierra,
De algodonadas brisas de noviembre.

Navego en tus aguas cristalinas…
Me has prestado tus sábanas de lino puro.
De seda adornaste las flores,
Y las cubres ahora, de dulce melancolía…

¡Que no se congelen tus cascadas…!
Y pueda ser una, atrapada en las plumas pálidas.

Bendito amor, que llenas de vida el aire,
Que adornas  la quietud de música
Para nombrarte y alabarte.

¡Espérame ahí novio mío…!
En la misma orilla donde te amé...
Veremos la salida del sol en cualquier esquina,
Porque ahora el blanco es mágico;
El frío nos acerca para retozar un rato
Y tus ojos dorados son mi consuelo,
Entretenido mi pico en tus amores,
Y tus pies sobre mi montaña
Que ansiosa espera el regalo de tu amor.

¡Qué herencia tan rica!, tan pequeña y dulce…
Mullidos jazmines  apacientan mi corazón.

Vamos a correr detrás de las cometas,
Dejemos que la nieve llene las hojas
Y la blancura inunde
de cabelleras blancas el bosque.

Al paso del cisne, las aguas se glorifican,
Las montañas parecen dormir temprano.

La ciencia entrega laureles a los hombres
Que se duermen, bajo las tibias alas ungidas,
Y un broche de rojo color,
Se abre, para entrelazar los besos
Y dignificar el amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/13





TENGO PEREZA [79]


TENGO PEREZA [79]

Me suena ésta palabra, la vuelven filosofía, pereza de cantar, de reír, de la sencillez que es más que la grandeza, de la humildad que es como el cantar de un ave sobre una rosa, del amor que lo es todo, aunque estemos perdidos buscándolo, está dentro de ti.

Me gusta la dureza de una roca, ¿cuántas historias tendrá para contar?...

Llegó ahora, entre las luces del mediodía, está sentada a mi lado y recuerdo otra historia repetida una y mil veces en el tiempo, hablaba de una casita en las montañas, ahí bajaba y subía la cuesta con un cántaro de translúcida miel, que brotaba de los pechos de los cerros…

Me habló del primer beso, de esa mirada que se quedó por siempre, de las escondidas entre las ramas altas de arroz o de maíz, y las caricias que se alargaron demasiado, hasta poner fin con sus manos, ¡basta!... ¡no puedo continuar!, pues volvieron pecado el amor, pero las enaguas se revelaron en el momento del ardor.

¿Acaso pienso que hubo pecado?... ¿viste cómo se amaron las palomas torcaz a nuestro lado? ¡Observa!... cierra los ojos también, tiembla como yo...

Cada una en su instinto de venas calientes y brillos mágicos entre las enramadas, y acaso, ¿no podía expresar también amor con una entrega?
Ahora converso un poco con los peces que se pegan de las rocas, tienen mucho por decir, guardan perlas claras en heridas fundadas, y crecen cada día en su interior para ser joyas, cuando el tiempo abra sus cristales, y las encuentre divinas, esperando su misión.

Amor, atrapo el viento en mis pulmones,
¡quédate pegado de mis labios un rato más!

Veo caer despacio las hojas, sacude mi árbol una intempestiva brisa de noviembre; y si acaso no regresas, estaré desnuda de todo, me han robado tu amor, pero es mentira… está aquí tallado desde hace muchos años, desde hace siglos, en lo profundo de mi alma, como un aviso, una señal extraña del destino.

Te encontraré tal vez en otra primavera, será allá,  las flores amarillas tendrán tu perfume, y un roce de tu cuerpo me consumirá, como de las uvas el vino rojo, y me embriagaré una y mil veces en tu pecho, mordiendo frutos prohibidos para estar borracha, al brote del manantial,  esperando me persigas para caer  rendida entre tus brazos.

Que no haya pereza para el amor, ¿sabes cuánto tiempo estarás aquí?...
Me lastima no haber traído un litro del mejor vino, para compartirlo contigo niño.
Me duele no haberme privado de cosas para verte feliz.

Ya no estás, y eras  ejemplo laborioso, un potro salvaje suelto en el mar,
ave contenta sobre las rocas, al ver las olas pasar…

Levanto la mirada ahora, no puedo mirar atrás, me persigue una ansiedad nueva por los años...
Las pálidas greñas se mecen con la brisa, los ojos se vuelven turbios, y las palabras se atoran.

¡Parece que va a llover!… tendré que regresar de nuevo a tus brazos entre mis sueños locos, para olvidar éste momento. Ahora me acosa la duda de saber si es mejor correr, o quedarme entre tus brazos de hielo, que parecen flotar entre las sombras.

¡Qué pereza!


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/13




A TI [80]

A TI [80]

Vine a tu ventana a reclamar una mirada.
No te canses tanto, aquí espero por tus ojos,
Mi jardín está sin flores, y mi puerta sin reja.

¿Para qué te apresuras tanto?
Tal vez un día llegues y no me encuentres;
Habré volado tan lejos que no me alcanzarás
Y no creo una sonrisa de alivio, no lo creo...

Ven, siéntate tranquilo tan solo un día a mi lado
Conversa con tus hijos sin gritarlos
Ellos desean un abrazo tuyo,
una salida, un paseo.

Pero si no tienes tiempo para ellos, menos para mí...
Entonces corre tras tus cosas...
Que yo estaré aquí un rato más
Si la corriente está a mi favor,
Y puedo vislumbrar un día
Donde nada me importe tu amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/13



EL MILAGRO DE LOS OTOÑOS L2R [81]

EL MILAGRO DE LOS  OTOÑOS L2R [81]

Es cierto, es un milagro cada hoja,
La dulzura de sus manos, un poema;
El niño que resucita a partir de la muerte.

Mi gran árbol pleno de hojas
Ha mudado su traje para volverlo verde,
Devolvió a la tierra, sólo dorados y ocres.

Es divino el otoño, agradecido...
Aquí empezamos a buscar a Dios
Nos acercamos a la verdad, y nos ahorramos la vanidad.

Una corteza firme donde estará tu nombre y el mío
Él la guardará, mientras no lleguen los ociosos
Hambrientos por destruir éste sueño de todos.

Mi amor, mi árbol fuerte en donde me cobijo
Para diciembre me regalas brotes nuevos
Y un lecho abonará nuevas semillas...

Llora el cielo y las flores se llenan de rocío,
Mis ojos declaman un poema a Dios
Y mi alma parece volar entre las montañas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/13


ADORAR [82]

ADORAR [82]

¿A quién debemos adorar?... /a nuestra madre tierra
que nos deja plantar los pies, y recibe todas las semillas, 
las hace reverdecer, las convierte en flor
y multiplica sus amores, para otra cosecha.

¿A quién debo amar?... /no te lo pregunto, me pregunto...
Un enorme borrador en mis manos, y las heridas se van.
Un ramo de rosas y tornan las sonrisas
cuando el ave triste regresa a su lugar.

¿A quién debo creer?.../ a la verdad
¿Y cuál es la verdad?

La verdad es invisible a nuestros ojos
pero es palpable en nuestro corazón,
se mueve como una niña ante la música
y un río interior púrpura, nos anima.


¿Es manso el río? ¿Es limpia la quebrada?
Brota un manantial en la falda de una montaña
¿Y todavía ignoro una fuerza mayor?

¡Oh música...! ¡Oh bosque!
Cielo azul tan hermoso como una joya.
Ave pasajera del camino,
regresa sobre mi árbol
y regálame de tu corazón un trino.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/13










PALABRAS AL VIENTO [83]

PALABRAS AL VIENTO [83]

Si por alguna razón
alguien te compara con un gusano,
¡alégrate!,
 y no olvides jamás
que el gusano se convierte en mariposa.

Si te dicen que eres lo peor del mundo
no lo creas, ese veneno se llama odio...

Mírate al espejo y descubrirás a un ser único
nadie será igual a ti, ni tendrá el color de tus ojos,
ni las líneas de tus manos...

Si dices que no crees en Dios
¡arrodíllate!
porque en el día de las pruebas
te arrepentirás de haberlo dicho.

Ahora levanta el rostro
porque te han donado un nuevo día.

De ti depende cómo lo vas a vivir
puede ser el último,
o el primero feliz…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/13


¿QUIÉN ES MARÍA? [84]


María Napoleone y su nieta.



¿QUIÉN ES MARÍA? [84]

Ella es una amiga, parece lejana a veces
Pero sus hilos de plata brillan al sol,
Y su mirada es limpia.

La vi cualquier tarde contenta
Cuando desgranaba perlas de oro
Que se volvían diamantes negros.

Entre todos los espinos caminó
Calló, para no herir al viento
Y dobló sus rodillas a la aceptación.

¿Quién es María?
A ratos la veo triste en la ventana
Un dolor agudo agita el pecho...

Más ella sonríe y busca un perfume
Humedece sus ojos con agua y sal,
Y se limpia con un pañuelo blanco.
Ahora sonríe,  es momento de alegrías.
Vino a mi casa una sorpresa de verde color
Era una esmeralda viva...

Danzó ante mis ojos un rato
Y después, sin un reclamo,
Se alejó...

¿Torna a tu ventana ahora?
¡Ábrela!, soy yo... 

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 12/13


CONTADOR DE HISTORIAS 2.- El Viejo Víctor


CONTADOR DE HISTORIAS 2

EL VIEJO VÍCTOR [85]

Había una vez un viejo cascarrabias,
con furor reventaba todo a su paso,
de sus enojos quebraba tiernos jarros
para finalmente quedar desnudo
tan pálido como un lirio,
o una pluma de garza al viento.

Ese viejo se enojaba con todo…
Mataba gatos para sonreír,
disparaba a cuanto lagarto pasaba;
su escopeta se inflamaba en sangre,
sus ojos botaban chispas de alegría
si a un poeta llorar veía.

Cualquier día caluroso
en medio de un púrpura oscuro,
con los ojos muy abiertos y la boca fría,
encontraron al viejo…

Fueron tantas las heridas
que no pudo gritar y nadie le pudo auxiliar,
pero dicen, que se escuchan todavía maullar los gatos,
cantan las aves en los almendros
y muchos lagartos nuevos rondan en su estar.

Anidan serpientes sobre  gigantes conos grises
donde se fabricó un arma, para cegar la vida,
y con una sonrisa se sentó a contemplar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 12/13




CONTADOR DE HISTORIAS [86]


CONTADOR DE HISTORIAS [86]

Hay un contador de historias
en cada rincón del tiempo,
un reloj que no se detiene
y alguien esperando
que su voz sea escuchada.

¡Mírame!, tengo una historia de amor
que palpita en mis dedos, para ti...

Había una vez una garza blanca,
tan nívea, que envidiaban las nubes su pureza…

Pero había un viento,
una brisa que se antojaba adversa,
ella abría sus alas y luchaba contra ella,
desvanecida entre los humos de la vida,
los venenos que se cruzaron en el camino,
y embestían con furia de titanes.

Sin calmar su ansiedad,
pasó todos los inviernos y veranos,
hasta que parecía que tal vez
en un instante caería.

Un sonido que se abandona,
así el tambor a la caricia de las manos,
el grito final de un animal en el matadero
y su mirada acusadora,
llena de humedades y angustias gritadas en silencio…

Pero el ave continuaba,
casi plumas,
casi huesos,
casi alma sólo quedaba
entre las brisas de un mes de mayo.

Heme aquí posada sobre una rama,
un descanso final.
La providencia se antojó de mis dedos
sobre un pastizal en blanco.

Miro hacia el dorado mundo
donde se vencen los arrogantes cerros
y caen los gigantes, en medio de miradas
de indolente sevicia…

Anidó sobre resecas ramas,
en la cúpula de la más alta de todas las iglesias.
Amó, hasta lo más amado,
y voló de nuevo mi garza blanca,
vestida de azahares.

No he ido a su parcela,
allá pastan los canarios criollos,
se entretienen los luceros en la noche;
y a veces... cuando un frío de ausencia
pareciera tocar la fibra más profunda;
sólo miro a la pared del cielo,
y ahí la encuentro…


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/13






ENTRE LA NIEVE [87]


ENTRE LA NIEVE [87]

Dejaré pasar la bruma, buscaré en ese bosque un ave de preciosas gamas, atrapada en mis azules fantasías, para aprisionarla en mi corazón.

Pequeñas lunas frías, como cubriendo las rocas,  adorando el silencio… caen del cielo.

¿Acaso hay un niño interior que palpita en medio de todo?...

Tiemblo al imaginar tu piel y me pego de ella, buscando la tibieza de un pecho conmovido.

Busco palabras y tropiezo de nuevo con tus ojos; viene a la memoria la calima del ayer, que jugaba con los mirlos y las acacias, y pasaba inadvertida, era beso de seda de un hada, en donde se escondían, y todas las almas viajeras se congelaban.

Chasco mi boca en la tuya para enriquecerme de ella; tiemblo como un ave afligida, para ser hiedra en tu piel, y sentir que eres una roca viva en donde me dejas ser…

¡Que llueva frío!, que pase la neblina… que grite sus amores la lluvia, que al caer como copos blancos, vista mi cabellera de plata, y se junte con la tuya, destechada, como un sol veraniego, que espera el retorno de la primavera.

Entre la nevisca  anidaron las aves, ¿puedes creerlo?, se congelan los amores y se quedan como rocas para siempre. Aquí se cuentan sólo blancas historias, se cambia la piel por otra, para confundirnos con las estrellas; se pegan tus labios de los míos, y se congela el afecto, para que nadie lo derrita, será un ámbar al pasar el tiempo.

Descubro al caminante, sus huellas permanecen hasta el deshielo,  brotes verdes quitan la sábana del bosque, nos reencontramos con los ojos vivos y la boca humeante; regresan los solistas, el blanco desaparece, para retornar de entre los muertos vivos, la vida…

Haces erosión en mi piel y yo en la tuya, pinto mi rostro de colores nuevos, los violetas marchan, los púrpuras asoman, las manos se entrelazan, olvidamos que ayer las rocas tenían espinas en su falda, pero que todas se fueron, entre albinos azahares y perlas vivas.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, noviembre 11/13






PENSANDO [88]

PENSANDO [88]

Pienso que la vida es muy corta para odiarnos, puede ser que en un momento ya no esté por aquí, y que debemos buscar la paz, bajarle a los insultos y decir: PERDÓN, PERDONO.

Las madres de Colombia se reunieron cierta vez para decir: Perdonamos de corazón por la muerte de nuestros muchachos, por sus mutilaciones, porque robaron nuestros sueños, nos arrancaron el corazón con una espada, y lo lanzaron a la basura, se llevaron nuestra propia vida, pero están perdonados, no hay resentimientos, Dios es nuestro juez, más no será un verdugo cruel.

Ahora se está luchando por la paz; todos tenemos que estar comprometidos con ella, fuera insultos, un mirar al frente, nada de política, marquillas, ni discriminación.

Que vengan los equivocados que aquí estoy, que se asomen los pecadores, que por ellos vine y me hice hombre, esto lo dijo un sabio: Jesucristo.  No me consta, pero tengo fe de que lo dijo, porque sus aciertos y sus palabras, siempre fueron hacia el amor de unos a otros, hacia es próximo, sin importar las diferencias, sino respetando espacios y sembrando abrazos y sonrisas, pero ante todo, perdonando.

Si Dios es amor y es nuestro Creador, ¿qué nos creemos nosotros, polvo del polvo y tierra de la tierra?
Un abrazo, y pasaba por aquí, cada día aprendo a vivir un poco más...

Leía a un hombre maravilloso que sin manos ni piernas, es más feliz que muchos de nosotros que tenemos todo, me parece que Dios le puso alas a todos sus maravillosos
sueños.

Me declaro fanática de Dios, más no de las religiones.

Lo invisible es lo que nos regala vida, por eso quiero atrapar los suspiros y la brisa, que son regalos de Dios en mis pulmones, en mi vida y en la tuya.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, noviembre 12/13 

LLEGAN LAS BRISAS [89]

LLEGAN LAS BRISAS [89]

Es seguro que hoy es el día perfecto para ser feliz,  ayer se ha borrado del mapa; sólo quedan almas volando en tan maravilloso noviembre. Retornan las brisas, mueven sus enaguas, sacuden las hojas de los árboles, y otras canciones se avecinan porque tu amor no muere.

Detallé el bosque, un imaginario bosque en donde estabas; ciertamente hoy es el mejor día de todos, no habrá otro igual, ni tus ojos, ni el fulgor de un lago, ni el azul copiado en sus aguas con la majestad de un paisaje, que se muda cada segundo, y nos transforma en soñadores.

Hasta el sol está tranquilo, las montañas cambian su brillo; las dejarán quietas tal vez, porque se acerca diciembre; a muchos no les importa, a otros les dará igual, pero hoy se vienen  los airecillos de diciembre, hay brillo en los ojos, muchos se habrán consolado mientras se acepta el destino, y se espera entre esa orquesta del bosque, un nuevo día.

¡Huele a lavanda el mundo!, a flores del campo, a renuevo y esperanza...

Huele a canela tu boca, a café molido, a campesino que ya no llora y espera le devuelvan su parcela hurtada…

Presiento que la paz viene montada en caballos de acero, y en bocas, que al fin callan los insultos, miran a los ojos y perdonan…
Éstos olores de noviembre con sus brisas, nos acercan a la fe de que un Dios niño vendrá en un burro blanco, negro, o azul, pero llegará. Será el retorno en muchos corazones de lo que estaba perdido, si asoman las brisas, los dulces céfiros que nos levantan el ánimo, y sacuden las faldas de las mujeres, pareciendo flores coquetas y sonrientes.

Será cuando nos daremos cuenta, que el ayer es como la espuma que marcha aceptando su destino entre eclipsados besos de la madre tierra, o el iniciar de una oruga el instante vivido, en otro árbol mudando hojas y despertando flores con alas frescas y colores vivos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 12/13