EL
AROMA DEL BOSQUE (SUEÑOS) [125]
Desperté,
anoche dormí delicioso, el clima de Barranquilla parece el de mi tierra, y los
calores de ayer, fueron olvidados, pero las pesadillas continúan, siempre
cuento algo de mis sueños, pues por ahí dicen que es bueno hacerlo.
Estaba
observando detalles en el bosque, y la cabeza cobriza de una gran serpiente me
llamó la atención, enorme, peligrosa, sus ojos negros brillantes, su piel muy
bella, parecía recién brillada, se lanzó sobre mí, simplemente vino una gran
fuerza de mi interior y mi pequeña figura parecía la de un cangrejo ermitaño,
un poder salió del aroma del bosque y descargué mi machete, salido de la nada,
sobre su cabeza. Volé la parte de abajo
de la misma, donde había dos glándulas que palpitaban, era tan grande que no
comprendía dentro de mi sueño, cómo pude hacerlo, me dio miedo acercarme a
ella, mientras se revolcaba y moría; pero otras dos, con tonos más dorados y
encima oscuro, como esas mambas enormes que a veces veo en Discovery, abren su
enorme boca y como un espadachín, a la una partí en dos su cabeza y a la otra
la volé de tajo, fue horrible, tenía una sensación de ahogo y cansancio, me senté sobre la misma roca que siempre me
protege, a esperar que no se movieran nunca más.
En
medio del sueño, una casona vieja, mi madre, mi tía Severa, otras personas que
no conozco, atracadores vinieron por dinero, recuerdo solamente a Sonia, quien
dijo que el atracador que estaba con ella, no parecía tan malo como el otro,
pero cuando llegué, ya se habían marchado, el dinero estaba escondido en un
cuarto pequeño y debía hacer inventario, eso me correspondía a mí, rollos y
rollos pequeños donde estaba el dinero, pero nunca cuadraba la cuenta, algo
pasa, debo recoger flores, muchas flores en el camino, debo entregar las perlas
de mi corazón y buscar una balanza, para descubrir respuestas a éstos sueños
que me atormentan.
Ésta
vez no ganaron las 3 serpientes de mi sueño, pues recuerdo que volé sus enormes
y malvadas cabezas, pero me quedé ahí, entre un bulto de rollitos de papel,
tratando de cuadrar, pues debía entregar cuentas a mi Jefe.
Desperté
con una angustia nueva, ese atoro extraño en el corazón, suspiros de ahogo, no
se la razón, pero ya el peligro pasó, el día está claro, mi hijo está conmigo y
se ocupa en estudiar, en hacer sus tareas, y dentro de un mes, gracias a Dios,
termina en el Sena Negociación Internacional, y ahora necesitará hacer las
prácticas en alguna empresa, pero debe buscarla, y allá voy... ¿en dónde
estará?... Tal vez deba viajar de la ciudad y tenga que desprenderme de mi
pedacito de cielo, para que pueda volar con sus alas bien abiertas, en tanto pueda aceptar que los hijos no son nuestros,
le pertenecen al sol, al mundo, al aroma del bosque, igual que cada uno de
nosotros.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 2/13