lunes, 16 de septiembre de 2013

¿AMOR IMPOSIBLE? [73]

¿AMOR IMPOSIBLE? [73]

Mi amor, te quiero…
No importa que tus plumas
sean más pálidas que las mías,
ni que tu pico no pegue con el mío...

Me encantan tus arrullos suaves, ¡tan diferentes!
Te amo porque llegaste en el preciso instante
de la lluvia en mis ojos y tu consuelo recibo,
como versos para un amante.

Tus plumas
Combinan con el azul del cielo,
y el dorado con el sol.
Haces juego conmigo amor mío,
en ésta, y todas las estaciones por venir...

Te quiero porque sí,
viniste enredado con el viento,
brizna entre la lluvia,
rayo de luz que penetró  mis rejas oxidadas.

Me haces sonreír de nuevo y entibiar una perla
esperando abra los ojos, y se parezca a los dos.

Y estás,
porque hay alguien más, arriba de nosotros,
vio mis lágrimas y me consoló con tu amor.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13

DESCUBRIENDO EL AMOR [74]

DESCUBRIENDO EL AMOR [74]

¿Acaso el amor tiene fronteras?...
¡Miren!, encontré una paloma pequeña y tímida,
y me enamoré de su candor.

¿Quién dijo que el amor escoge?
La soledad nos permite amar a un cóndor, siendo león,
a un pez siendo gorrión,
a una víbora, siendo águila rapaz.

¿Quién puede decir que nunca amó?
¡En dónde estás belleza, para amarte!...
¿En dónde fealdad, que ante el amor belleza?

¡Mírenlos!, se aman, se arrullan,
con esencias diferentes en sus plumas
pero en su corazón,
tan mágico, el amor arribó.

¿Acaso hay barreras si lo descubres
tan solitario y pálido como tú?

Y el amor se adueñó de un niño,
una perla no abrió en ésta estación
pero en primavera se hablará de una historia,
un beso del viento sobre la vida
y el brillo de una mirada para Dios.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13

SI ME VIERAS [75]

SI ME VIERAS [75]

Si me vieras, ¿te enredarías en mi cometa?
¡No respondas!, estoy en tus ojos claros,
en esa sonrisa tuya tan blanca, y ese talle de árbol fuerte,
para aprisionar tu corazón,
y guardarlo  en las débiles campanas del mío.

Si me vieras,
¿buscarías la orilla de mi débil playa, para amarme?
¡No digas nada!, mejor te callo con mis manos cansadas
para decirle a Dios, que su flecha acaba de hacer estación,
y como una barca perdida, su ancla en mí se enredó.

Si me vieras, ¿qué harías, si me vieras?
Temo tu respuesta…
Te diré, que correría como  gacela asustada,
aferraría mis  brazos en tu cuello,
para ser  fuego y agua en tu boca.

Si me vieras, ¿te quedarías conmigo?
Sospecho que mis montañas no te agraden,
tienen sendas heridas,
se cubren con un traje de invierno, en verano,
mis pecas cuentan cada historia de vida,
y un ajado y blanco cabello
me desnudaría  ante tus ojos…

Pero si me vieras como te veo,
seguro que te enzarzarías por mi tronco;
serías un abrazo de flores vírgenes;
un altar para adornar de amor
con esta galantería de mis pechos,
y estos labios deseosos de bendecirte.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13

NO ESTOY, SÓLO PASO [76]

NO ESTOY,  SÓLO PASO  [76]

Embelesada en una orquídea,
aturdida viendo sus maravillosas ramas extendidas,
pétalos abiertos, como incitando al amor,
con sus deseos de vivir un día más,
y al instante, una esmeralda al viento
con sus pequeños abanicos abiertos,
tan veloz  vi pasar…

Un momento de ojos abiertos y te vas,
un segundo y me dejas  nuevamente…

¡Oh mi pequeño amor!,
¿tanto te enredan las flores del campo?
Las besas y te alejas, 
y  quedo temblando en tu espera.

La brisa un movimiento, mi perfume tu aliento,
un beso a mi corazón y  desapareces luego.

Eres tan veloz como la brisa sobre las olas,
para dejar mi playa fría,
ansiosa de tu regreso.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13 

¿QUÉ SOY? 7 [77]

¿QUÉ SOY? 7 [77]

Creo que un pedazo de nube que se cansó de estar,
una rosa vieja que se desnuda ante los demás.
Un poco de ti o de mí, que tal vez marchará,
para saber que una brizna al viento nos lloverá.

¿Qué soy?
¿Un poco de luz que se pierde en la oscuridad?
O soy en la oscuridad un poco de brillo.
Luciérnaga herida que no volverá,
arena en un desierto, 
un grano de oro tal vez…

Parte de todo esto que no comprendo bien,
y un ronquido fuerte me anuncia que puede ser,
que al instante iniciará un son maravilloso.
Sin miedo escucho, pero temo a los rayos
y en un lecho solitario busco reposo.

Soy una marioneta en el viento,
la brisa que viene del sur y se enreda en el norte,
¡tan frágil y pequeña!, tan nada entre todo,
¡tan todo entre la nada!

Una loca, me dicen, 
tal vez una cierva herida,
una calandria con el pecho sangrante que siempre canta,
¡sí, soy eso!… nada entre todo, 
y entre todos nado.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 16/13

A LA ORILLA DEL MAR [78]

A LA ORILLA DEL MAR [78]

A la orilla del mar pensando en ti,
a lo lejos, los alcatraces buscan consuelo como yo,
para volar con el pico lleno, chillando de emoción.

Tal vez observes las mismas palmeras
que rondan mi mente en una isla nueva,
disfrazada de paloma blanca vuela
para buscarte más allá…

El arenal es dorado, baño inconfundible de sol
y una gran sábana de colores se extiende,
hasta mi corazón.

Ahora, un poco caminar por ahí,
un poco soñar que voy de tu mano, descalza
un tanto pensar que acaricio tu talle,
me enredo en tu cuello.

¡Mira cielo!,
¿ves a lo lejos un par de garzas cruzar?
Pueden ser  pequeñas nubes blancas,
que entre la bruma, se esfumarán…

Entre  caracolas pequeñas y perlas viajeras,
tus manos me tallan,
el arenal caliente invita a un beso de olas
y te veo viendo hacia ese espacio,
el mismo mío.

Una sonrisa leve,
el poeta ansía declamar sus versos;
te enredo de nuevo entre mis letras
para aferrarme a las flores de tu pecho y silenciar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 16/13

VOCES EN LA BRISA [79]

VOCES EN LA BRISA [79]

Un antojo, buscar  palabras enredadas en el aire,
hablar un poco del canto de otros y los sueños.
Descubrir la voz de una mariposa si muere
y alentarme a escucharla, si nace…

¿Las hojas se tornan doradas al morir?
El tiempo, al deshoje de los robles, ¿es el mejor?
¿Nunca moriremos?
¿Sólo pasamos un instante por aquí?

¡Quiero saber tantas cosas!,
pero los otoños me dicen otras;
me hablan de la misma vida
repetida en cada cambio de estación,
renovada en sus inviernos,
para ser primavera perfumada 
en otro tiempo…

¿Eres la voz del viento entre mi boca?
Apareces siendo una estrella,
pero tu brillo te lleva a otras almas
que nacen llorando,
y mueren entristecidas.

Ahora, de nuevo mis ojos vislumbran esa esperanza,
los tuyos, mis luceros de la mañana,
tus manos, un amanecer de oro
besando las montañas…

Luces de radiantes colores parecen buscar mi alcoba;
en  abanico se abren entre las ramas.
Dejo al desnudo mi cuerpo para ti,
tu lluvia me baña,
y en tu lengua me enredo…

Al llegar el descanso de la noche,
nubes oscuras  anuncian un aguacero,
ese incendio de tus ojos en los míos,
me asesinan  un instante…

Me apaciguo con los ojos cerrados
para resucitar con una sonrisa fresca,
bajo el calor de  tus brazos.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13 

ENTRE LA BRISA [80]

ENTRE LA BRISA [80]

¿Quién dice la última palabra con respecto del amor?
Tal vez el mío arribe  en una cometa, y se descanse en mi ventana,
o pueda ser que en un punto, en el universo estés,
en mi alameda de sueños, al morir por instantes,
ahí puede estar ese amor que tanto anhelo.

¿Eres tú?... me gusta el sabor de tus palabras.
Una mujer herida absorbe todo lo que la brisa le trae
y entre el sabor amargo de la traición, 
busca una sonrisa con sabor a miel 
entre los pinares…

Cuando llegues te estaré esperando…
Que estés libre, mientras reviento mis cadenas,
que una mano se extienda por el tiempo vivido, sin dolor,
tal vez una lágrima se enrede, 
un abrazo, una bendición.

Puedes ser  aquél  quien con versos me enamora,
o a quien enamoro cada mañana.

Mis letras parecen invisibles palomas,
niñas coquetas con trajes de seda escarlata.

Pero sabes que desnudo mi alma,
aquí no hay perversidad ni mentira.
Busco entre tus letras un ramo de rosas,
una montaña de verdores teñida,
un brillo cómplice al ver a los ojos,
unas manos que acaricien 
a la vez con las mías.

Serás esa brizna del destino
donde no tropiecen los pensamientos ajenos
y pueda volar lejos de éste espinoso nido,
para estar más cerca de las  montañas,
pegada de  tu boca.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13

AL SUR [81]

AL SUR [81]

Volteo mi rostro al sur,
inmensas montañas me vieron crecer,
hay una dimensión desconocida,
una casa vieja que sueño una y otra vez.

Hay una madre,
¿será la misma madre de todos los tiempos?
Unos hermanos que no se parecen a los de ahora,
unos jardines hermosos, plantados en cercas de piedra,
y un gran árbol lleno de flores rosadas.

Colibríes, ¡tan de verdes tonos!,
sus chillidos advierten pequeños cantares,
una fuerza infinita regalan,
un poder que aún no descubro.

Salto siendo  cabra por entre pastizales,
deseo ser un gato montés para cazar palomas
pero las veo a todas volar,
y entonces con nuevo afán me impulso,
ahí cantan hermosos pajaritos grises de pico amarillo.
¿Será que en ese sitio  existían los mochuelos?

Y en el sur, diviso colgajos de orquídeas,
¡enormes! /no sé por qué lloro
no sé por qué quisiera gritar, correr y volar…
Las barbas de nuevo, con las que adorno mi rostro,
¡un manantial tan claro!,
una flores que callan ante el llanto de una cigarra.

Es hermoso éste sueño,
se ha repetido muchas veces, y debía contarlo,
sé que soy un ave libre, que nada me hace daño,
quiero  reír,  cantar, correr…

Al rato despierto adornada  de lirios del valle,
un ramo de rosas blancas brota de una pequeña parcela,
¡mis rosas blancas!... /lo grita de nuevo esa madre vieja.

Si quiero abrazarla se marcha,
y cuando deseo tenerla conmigo,
un frío a mi espalda, como un beso…

Un perfume que se va y regresa
si abro los ojos a un nuevo día,
y muero en las tardes un rato,
sin ella…


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13

NADA [82]

NADA [82]

Hoy nada sale,
¿repite un día sus cantares?
el sonido de unas llaves,
una despedida pálida, sin un beso,
gritos que amanecen también añejos
y unos lanudos a mis pies
viéndome  a los ojos.

Las mismas greñas plateadas, me piden  pinte.
Pero es que el día y la noche parecen iguales,
no cambia el sol su cabellera dorada para brillar,
pero la vanidosa luna, de vez en cuando adorna su cabeza;
se achica, se agranda,
se vuelve una doncella con falda brillante,
una gacela que parece correr detrás de nubes pintadas,
soy quien lo hace, y me quedo sin nada.

¡No te quejes que lo vuelves costumbre!,
/dice alguien que está con la seguridad de las comodidades
¡no llores tanto que envejeces al llorar!,
/lo pronuncia quien no ha perdido a un hijo,
o no ha visto sangre
riachuelos vivos, bajo sus pies.

Y en esto pasa el tiempo invocando siempre algo,
para quedarse el atoro colgado del cuello.
Desaparecen a lo lejos las garzas blancas
como pequeños puntos en el universo.

De nuevo, al ver hacia cualquier sitio,
un motivo me impulsa, 
el arduo trabajo del día a día,
los desengaños,
las agonías de un despertar
que a veces queremos teñir de colores,
mientras escuchamos un cantor prisionero.

Pero, ¿para qué nos quejamos?
Tal vez, buscamos un abrazo de alguien,
o estamos necesitados de un beso,
o simplemente una voz de aliento…

No en vano son cortadas las rosas,
ni en vano desangran los dedos con sus espinas,
pero en mi alameda,
donde sueño que mis árboles florecen
y una colcha de flores me espera,
ahí me quedo.

Callo para iniciar la jornada
y dejo que las gotas de mis tejas
no sean vistas por otros, /para que no reclamen
y no reciba sus ultrajes,
en vez de un abrazo.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 16/13