domingo, 16 de diciembre de 2012

¿SABEN QUÉ DUELE? (31)

Anderson Rueda Lora. Q.E.P.D.


¿SABEN QUÉ DUELE? L4R (31)


Ante todo la indiferencia,
Decir muchas cosas y no poder cumplir alguna.
Dejar pasar la oportunidad de ser feliz por aullar a la luna,
Por permitir abusos y aceptar los de otros.


Éste año me ha dolido todo…
La marcha de mi madre, de mi sobrino…
De mi amado padrino;
Pero están en un sitio de privilegio
Donde sus llantos serán cánticos entre luces
Confundidos con el horizonte
Y el dolor apagado para siempre.

Me ha dolido ver a  los caminantes sin tierras,
La falta de compromiso y amor con los animales,
Los niños cantores de los bosques...

Las hadas de los jardines mueren con una daga en el corazón
Después de su cárcel, en espera de una oportunidad
Esa que le robamos, sus segundos de vida besando flores
Viendo colibríes cual esmeraldas voladoras,
Descubriendo en cada aleteo de sus pequeñas alas
Lo mágico de la vida.

¡Cómo me duele todo!,  hay tantas heridas abiertas…
Las oportunidades, aquél paseo de tu mano que no hice a tiempo
Tan pocos sueños, la capilla de Pasto llena de rocas
Ese anhelo tuyo de doblar las rodillas
Ante el rostro de un Jesús tuyo tan anhelado
Tan amado y tallado cual diamante puro en tu corazón.

Tanto me duele descubrir las heridas y no permitir que sanen
Tal vez un nuevo rosario, donde las carcajadas nos encuentren despiertos
Olvidados de todas nuestras inmundicias interiores…
De esas pestes que no permiten que otros puedan ver la luz del sol
Y buscar una oportunidad de navegar en espacios hurtados.

Me ha dolido la piel de los niños entregados como alimento a los buitres
Los opresores, los falsos gobernantes que sólo desean aplausos
Que ausentes de su misión navegan en fantasías caras
En tanto los pobres arrastran su tumba con ellos
Con sus miradas sin esperanza, donde sus parcelas se cultivan de palmeras
Y les arrancan la vida a la fuerza robando su impulso de lucha.

Tanto me ha dolido todo…
No pretendo dejar atrás nada.
Debemos buscar los remos, pero no de madera…
Tenemos que dejar un sueño para los que vienen
Un dolor menos en los vientres de los caminantes de las frondas
Una espina menos en los labios,
Que las lenguas se utilicen para saborear la vida
Y los labios para besar a nuestros niños y seres amados.

Cada vástago herido en el camino será una espina nueva,

Cada rama deshojada llena de plásticos y adornos falsos
Cada pequeño ángel herido y moribundo en el sendero
Donde nuestro odio se desquita con el más débil…

Esperaremos a cada corrupto arrepentido…
Cada madre buscando al niño perdido y abandonado,
Una alondra anidando en el mismo árbol donde dejó su nido
Y al mismo alcatraz pareciendo una flecha disparada
Buscando la médula  del cielo.

Voy en busca de algo que aún no sé…
Espero llegar a donde la nave me conduzca
Limpio el corazón, dejando de lado rabias interiores;
Tal vez observe de nuevo el paraíso olvidado
Y mis ojos se llenen de lágrimas, no de dolor,
Sino de aquélla alegría que se quedó en una tumba
Donde hoy pastan las blancas cigüeñas
Mientras mis ojos te buscan en el cielo
Confundida con todas las estrellas
De la mano del niño navegante
Con un cayado en sus manos
Y en sus labios una flor.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 16/12/12

AL MAR (32)

AL MAR (32)

Dulce calma presiento amado índigo,
la música parece venir de tu interior,
una gran ola me arropa, me desnuda.

Se agitan las mareas para morir y renacer
sobre la blanca arena que tiene sabor a ti

Con la seda de tu piel me visto,
¡Tómame!... acaricia éste traje desteñido.
Son tuyas mis manos, mis ojos te pertenecen;
es tuyo el sol ardiente que se copia en la mirada,
el alcatraz que parece salir de tus entrañas
lleno de bondades en su enorme pico.
Sabes del sabor de mis ojos... 
Conoces de mis soledades sobre una roca,
absorbes todo lo que soy... ¡te admiro y te amo!
Necesitada estoy de un abrazo tuyo
para limpiar la necedad de mi vida loca.
Dulce mar: de tu color vivo enamorada,
de las estrellas que se copian en tu fondo,
del astro que parece penetrar en ti
que riega de esplendor dorado tu vientre
para que te agites en gigantes olas
que mueren al caer la tarde 

apacibles, reposadas…
Dile al acantilado con alma de ángel que me espere
que llegue como una caracola para yacer en su fondo.


Me confundiré con los corales y payasos
para que mi sonrisa no sea falsa
y mi Yo  encuentre alivio en tu regazo.
Te dejaré un recado con las palmeras
ellas te  anunciarán que siempre estuve desvelada
a un paso de ti sin poder amarte,
a un segundo de tus aguas claras-


Mi estrella azul, amor mío...
La música de tu voz amansa,
eres remanso en mi pasajera vida
lugar donde esperanzada te busco un día
para verte marchar de nuevo 
sin una despedida.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla dic. 16/12