jueves, 26 de abril de 2012

VOCES DESDE LA PRADERA

Video: Youtube

VOCES DESDE LA PRADERA

Aquí voy por el camino que me has dejado
¡Qué llanuras inmensas donde tu voz escucho!
¡Qué belleza infinita, qué aguas cristalinas!
¡Qué cánticos advierto desde el amanecer!.

Retozo como una niña en tus aguas puras
Me distraigo en el camino; sin un arriero a mi espalda
Sin la carga impuesta por el hombre
Y danzo con la brisa y con el viento.

Como niños jugamos con la brisa
Nos azotamos con el amor que brota de nuestro interior;
Aquí el amor camina a la par conmigo
Mi novio hermoso lleno de candores.

Sus caricias las siento en mi vientre y son de vida
Son de tibieza que me inflama; y me hace descansar
Que llena mis tetas de blanca leche
Y mi potro vacía; hasta llenar su trompa de nívea espuma.

Observas con deleite tu manada…
Yo tu consentida siempre observando tus pasos
Siguiendo el sendero que me indicas
Y con una callada oración relincho; para que escuche la pradera.

Y salto de nuevo, y descanso tranquilamente

regresando a tu fuente cristalina...
De nuevo tus aguas besando nuestras pieles
Mientras tú amado mío te deleitas
De nuevo me apetece consentir el lago con mis patas
Acariciar ésta vida mía tan llena de felicidad.

Y la serpiente se desliza como seda derretida
No ha de causar daño está tranquila…
Se pasea por las laderas de mis llanos
Y se funde con el mar en una orgía de pasiones.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 26/12

LA FUENTE


Imagen: Internet


LA FUENTE

¿Quién niega la existencia de un dios vivo?, cada ser en el camino es sólo obra suya, cada niño, cada mirada dulce sólo encontrada en los inocentes, esa fuente que corre  en cada corazón capaz de entregar siempre por amor y de compartir en paz y con alegría parte de nosotros mismos.

Tomaré de la fuente viva esa parte que viene desde el fondo de tu corazón y diré que dios es la certeza en cada huella que camina a nuestro lado, capaz de compartir sin envidia y encontrar en los otros seres tu obra magnífica.

Aquí está tu palabra que calma mi sed de amor, se desperdicia en todo lo que nos acompaña, pero que soberbios nos negamos y esa aceptación es tardía.

Quiero deleitarme de ti, el placer al observar cada obra de tus manos y esa palabra que en silencio grita con la boca tapada por nuestras iniquidades y aún así te desbordas y haces reverdecer los campos y florecer los lirios del valle.

Un perdón por todo el daño que te hacemos a diario y nuestra falta de amor hacia los demás, aquéllos que sin voz caminan a nuestro lado y como verdugos sacrificamos día a día para nuestro deleite, qué bien escritas quedaron las palabras de los hombres;  pero tú señor eres la sabiduría en el canto de las aves, y te proclamas rey en la aurora y príncipe en el ocaso y te coronan estrellas que dicen muertas pero que brillan al anochecer.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 26/12









CARTA A MÍ JEFE


Imagen: Internet.

CARTA A MI JEFE

Señor de nuevo aquí con ésta angustia y éste atoro que no me deja ver lo maravilloso de la vida; me siento dolida y acorralada y sólo tú eres la salida, eres esa luz que busco para los seres que amo, para mi madre santa en éste momento.

Préstame tus sandalias pues no puedo seguir, me atengo a tu voluntad a través de los médicos y que se cumpla, pero siempre deseo que ésta sea de aliento y vida, de abrazos acolchados y besos cálidos, de sonrisas al amanecer y de oraciones que tantas veces me he negado a seguir, mi excusa es siempre: “deja de orar tanto madre porque vas a cansar a Dios”, así he sido egoísta y ahora necesito escudarme en ellas pero no puedo pronunciarlas; brotan de mi angustia y mi deseo de que seas tú quien se haga cargo de mi madre, aunque de antemano te digo que a veces nuestra fe flaquea y quiero que me dones de la confianza que necesito y de la fe inquebrantable en ti.

Creo que mi angustia habla de mi poca fe, pero tú puedes escudriñar el interior del hombre y sabes lo que siento, te convoco a ese sitio donde ya estás pero no quiero advertir, te invito aquí en éste momento aunque te presiento en la brisa suave que acabo de sentir, te doy un abrazo y me descanso en tu hombro aunque siempre me llevas cargada y no me dejas desalentar.

Sólo he de decir que poco creo en iglesias, poco creo en palabras de hombres que engañan y sólo buscan beneficios a través de sus ambiciones, más tu palabra es la verdad y ella está escrita en cada hoja que cae de cualquier rama, tu palabra está en el aliento que me permite levantarme cada mañana y suspirar; y mirar el ocaso cada tarde, en el abrigo del sol y la tibieza de la luna; en esa madre tierra que siempre dona, que cada segundo regala una nueva vida y hace brotar semillas en abundancia. 



Te presiento en las cascadas que brotan de las montañas y en éste silencio que me invita a levantar la mirada; y en mis oídos que me permiten escuchar el trino de las aves que se levantan felices, y encuentran alimento de tus manos.

Te quiero agradecer por mi madre, por ese regalo maravilloso en mi vida, por esa santa mujer que nunca será canonizada por hombre alguno, que ha hecho milagros a través de tu palabra y que ha podido compartir aunque pareciera que la olla estuviera vacía; que ha tenido esa fe inquebrantable para reír en momentos de angustia y bromear cuando ya sin alientos pareciera; esa flor siempre perfumada y hermosa, radiante como tus primaveras que tanto ama y tanto bendice.

Quiero pedir perdón por todas mis falencias como hija, y todo lo que he dejado de hacer por ella por estar pendiente de lo mío; ya todo pasará pero tú… siempre seguirás en el mundo y tu palabra será eterna, pues el ser humano seguirá aquí dañando tu obra; pero ya bajarás en ese caballo blanco vestido de hermosura, y llenarás los corazones de tu bondad.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 26/12