viernes, 13 de abril de 2012

VESTIDA DE AZUL



L4R

Buscando la felicidad me encontré
Vestida de índigos y violetas
Mis dorados ojos divisando tu vaivén
Mientras danzabas por las duras rocas.

Encuentro tal vez una sonrisa tuya
Y esos chillidos fuertes acallaron las olas
Y de nuevo estiré mis alas
Y otra vez… las caracolas.

Queriendo ser feliz imaginé una fronda
Donde las violetas encendidas fueran,
Y un ramo de amapolas de corazón dorado
Y una rosa… y un cántico nuevo.

Dancé con la lluvia de un nuevo día
Fríos amaneceres, tal vez mañana… –decía-
Cuando un iris cruce el cielo vestido de colores
Y mis ojos cubras con un paño de seda.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 11/12

SOBRE LAS OLAS




SOBRE LAS OLAS 

Ahí estaban de nuevo las gaviotas

La mar tranquila, el cielo copiándose de mar;
Y en el espejo de mis sábanas extendidas
Tu boca… sedienta de besos perdidos
Mis ojos cerrados queriendo olvidar.

Encontré propicios los colores
El naranja se adornó de rojos
El arenal arropado con las olas
Mi cuerpo… sostenido con el tuyo.

Imaginé el sol en el ocaso…
Tu talle en el mío de cortesana vestida
Y el lirio del valle se enardeció
Y el fuego… se lo llevó el olvido.

Ya sin poder imaginar más…
Dejé caer la hipocresía de mi vida
No más mentira que tiña mi corazón de pesares
No más recuerdos tallados en el alma…
No más llanto abrazada a mi almohada
Ni añoranzas que se llevó la indiferencia.

Entonces recordé que había mucho por hacer
Organizar lo que otro abandonó…
Al cristal sobre la mesa… agua fresca, y una flor
El libro negro tan olvidado…
Para iniciar de nuevo mi función.

Y estiré los brazos y olvidé el ayer…
La quinceañera de muchos años marchó
Una tibia enredadera trepaba por mi árbol
Y un ruiseñor… de nuevo trinó.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 11/12

LAS RUEDAS DEL DESTINO


LAS RUEDAS DEL DESTINO

Ahí estás…el rosa perfumado 
Tibio capullo de candor envuelto
Y te acompaña una sonrisa a medias de ayer
Donde los blancos… los dorados 
Quedaron retratados para siempre.

Juventud tierna, mariposas de colores
Retozando sin imaginar el próximo destino…
Sus lámparas encendidas marcharon temprano
Aún con el escapulario en tu cuello
Con ese candor de ángel entre las flores.

No importa si al encontrar a mi rosa en tu jardín
Una lágrima, una oración callada
Y ese perfume por siempre aquí
Llenando ensueños de piel tostada
Esa sonrisa a medias que marchó
Temprano… cualquier mañana de abril.

Las marcas las borró el tiempo
La chatarra creo que se oxidó ya;
Y las oscuras llantas que robaron tu alegría
Adornan una virgencita del camino
Donde alguien recordará tu insondable mirada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 10/12

HUELLAS EN LA PIEL


HUELLAS EN LA PIEL

Quiero la miel de tu mirada envuelta en mis sábanas
Tus labios tostados por el sol hidratado con los míos
Tu pecho… fuerte cubriendo dos pomelos cansados
Y esa barriga tuya como un globo inflamado
Buscando el nido que baja por mi cintura.

Tus ayer fuertes piernas… ¿qué importa que hoy quebradas?
Tal vez el fuego las encienda, y el recuerdo las renueve
Y ese ardiente oleaje al vaivén de nuevos trajes
Arrugados, desvestidos, desvencijados como nuestra cama.

Tus palabras olvidadas, un recuerdo susurrante
A mi oído… y mi voz agitada perdida entre tus brazos…
Recordando que la piel acariciada, amada…
También es un alimento, que nutre, fortalece…
Y rejuvenece el alma.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 9/12

MI PADRE Y EL ESPEJO


MI PADRE Y EL ESPEJO



En el pueblo los días pasaban con mucha prisa, me gustaba leer, escribir poesía y esconder los escritos, donde mis hermanos no los encontraran, pues eran burlones y esto me acomplejaba mucho, estudiábamos todos, una familia tan numerosa 17 hijos, una pequeña buseta era lo que mi padre tenía ahora y pues mis hermanos mayores se quedaron en Bucaramanga, Sofía trabajando en una notaría y los tres hermanos en ferretería y cafeterías, la vida era dura, con un poco de ánimo saldrían adelante…, pero ese ánimo a ratos decaía, era muy fuerte y difícil surgir en un país que no ofrecía ninguna oportunidad y donde las drogas y los negocios ilícitos estaban en furor y los ricos eran los dueños del país y sus decisiones siempre eran erradas y en contra del pueblo.




Mi padre llegaba cada día cargado de frutas, limones, hormigas culonas vivas, de vez en cuando una gallina criolla para agrandar para la comida y no faltaban los fines de semana los sacos llenos de verduras que mi tío Luis traía a casa, o mi tío Jorge, siempre con esa gran sonrisa de campesinos alegres que se dibujaba en sus rostros y con una timidez mas que hermosa. 


Ellos también tenían 16 hijos, de casi todos eran compadres y a pesar de las rencillas que no faltan entre familia; mi padre era muy querido por casi todos sus hermanos.



Algo que recuerdo mucho, eran los días Domingo, maravillosos, madrugados siempre a misa y nos peleábamos sus brazos, era feliz que una de sus hijas lo llevara de “gancho”, cogido del brazo una de cada lado y orgulloso saludaba a sus amigos y vecinos mientras bromeaba siempre en el camino, inclusive al llegar a la iglesia cuando alguien delante de nosotros colocaba su sombrero, sobre la banca, siempre de bromista lo corría para que se sentaran encima de él, no conteníamos las carcajadas y muchas veces a disgusto de mi madre teníamos que salir de la iglesia. Tal vez el hecho de ser tan bromista y de tomarse la vida jocosamente, fue lo que lo mantuvo siempre con el ánimo arriba, a pesar de tantas cosas dolorosas que vivimos, la muerte de nuestros tíos, tías amadas, primos muy jóvenes asesinados, la guerra que siempre tocaba a los campesinos, los más vulnerables en nuestro país, el destierro, los malos pasos y las consecuencias de los mismos, que nos van madurando a la fuerza y nos van enseñando como decía mi padre: “siempre el camino correcto, nunca robar así lo hagan con nosotros muchas veces, nunca hacer nada indebido de lo que después tengamos que arrepentirnos y llevar la vergüenza de por vida”, siempre dando buenos ejemplos y enseñando a partir de sus propios errores, creo que cada uno de nosotros formamos nuestra propia historia de vida y la llevamos en nuestro corazón, de la mano de dos seres maravillosos que tuvimos la fortuna de conocer y de quienes me sentiré orgullosa por el resto de mi vida: mis padres.

Yo pasaba mi tiempo estudiando, leyendo, corriendo por las montañas como cabra de monte, llegaba con mi perro Káiser a una pequeña quebrada transparente, cristalina, de agua muy helada y ahí en meros calzones me bañaba sin más malicia que mis ojos verdes embelesados en la naturaleza, en observar en detalle las hormigas arrieras con sus pequeños pedazos de hojas, flores, tronquitos muchas veces más pesados y grandes que ellas, y detallaba como se ayudaban si alguna no podía sola con su carga. Veía sobre los árboles a las palomas torcaz, las tortolitas marrones anidando y cantando con ese susurro como un suave beso de mañana y me embelesaba con los cantos de las aves, me encantaban los toches con ese dorado y negro y su belleza sin par, y los sinsontes… ¡ellos sí que eran preciosos!, con ese color un poco pálido pero con ese trinar siempre elevado sobre el más alto árbol como queriendo entregar al cielo su luz.

Ya cuando veía que el sol empezaba a esconderse entre los cerros, algo me invitaba a salir corriendo, montaña arriba con mi perrito tan amado… sola, sin temor a nada ni a nadie, ni siquiera al viejito que le decíamos Querelas, que se la pasaba escondido tras las piedras viendo como nos desnudábamos y también como hacíamos nuestras necesidades fisiológicas, nos apenaba mucho cuando lo veíamos siempre lejos, algún problema tenía, pudo hacernos algo malo pero nunca lo hizo, sólo se contentaba con vernos desde lejos, hasta que un día lo enfrenté con piedras y corrí tras él, pero era un hombre y yo solo una niña… Vi en sus ojos un brillo extraño y sentí mucho miedo, creo que esa fue la última vez que fui sola a la quebrada Zapatoca.

De regreso, no podía llegar a mi casa sin llevar esas diminutas orquídeas que encontraba ocultas entre las rocas, siempre pensaba cómo podían florecer y ser tan bellas en medio de tanta resequedad, un terreno rojizo muy duro, pero siempre las encontraba, tan pequeñas, tan perfumadas y hermosas y era el regalo para mi madre, para que sembrara en el jardín, y jocosamente mi padre me decía: “pero mija, eso es puro mugre”, yo le replicaba: no padre, son las flores más bellas que he podido encontrar y no puedo creer que esa montaña tan reseca me regale ésta belleza cada vez que voy a la quebrada; y él sonreía con esa maravillosa sonrisa que lo llenaba todo y que hacía que mi corazón sintiera una tibieza de amor inigualable.




Decidió comprar un pequeño lote al lado de nuestra casa para criar gallinas y para que mi madre cultivara sus flores, siempre había margaritas, begonias, orquídeas enormes que florecían en mayo, rosas inmensas que las monjas Bethlemitas vendían y mi madre sembraba los tallitos, esas eran sus amadas, las rosas y el trajín del oficio era olvidado pues había muchas manos para colaborar, con lista por supuesto, nos cambiábamos los turnos siempre por algo, a mí no me gustaba lavar pañuelos ni medias, ni mucho menos pantaloncillos con raya marrón, ¡ni más faltaba!, -le replicaba a mi madre con mi grosería- pero me los pillaba riendo de mis respuestas.

Nuestra rutina era la misma, turno para lavar, turno para entrar al baño, nos bañábamos en grupo para no llegar tarde al colegio, y nos reíamos viendo como empezaba la pelusa a hacer estragos en nuestras partes íntimas, o nuestros pechos empezaban a crecer, pero cuando era la hora de la comida, una gran mesa de 12 puestos siendo de 6, siempre llena y el resto se ubicaba en otro sitio, pero era ahí en la mesa donde todos queríamos estar al lado de nuestro padre, el bromista que siempre nos quitaba el pedacito de carne y lo escondía, sólo con la finalidad de reír, y le enseñó ésta manía a German mi hermano menor con Síndrome de Down. Estos momentos son inolvidables, sus carcajadas, el compartir, discutir muchas veces por tonterías, volver a contentarnos, tomar las ciruelas del árbol de la vecina, una anciana, hasta que por envidia decidió que no estaría más ahí y lo mandó a derribar, ante nuestra impotencia y tristeza, pues considerábamos que era nuestro y siempre nos regalaba los mejores gajos llenos de frutos tan deliciosos, esas ciruelas españolas de una gran semilla oscura por dentro, con ese sabor agridulce inigualable que tantas alegrías y sonrisas dibujó en nuestros rostros, y tantos juegos, lanzándonos las semillas, hasta que mi padre nos ponía el " tate quieto" con una correa que zumbaba y que nos hacía correr a escondernos.

Las pequeñas cosas me hacían muy feliz, y hoy, 40 años después, recordando detalles de la vida, sólo partes de una larga historia llena de alegrías y tristezas, pero siempre añorando esa negra mirada de mi padre y a mi vieja tan entregada a su hogar, tan sumisa a su destino, casi que como una esclava silenciosa, pero siempre con una oración en sus labios, entonando una canción, animando en nuestras tristezas y castigando cuando era necesario, ésta era mi familia, y las historias de dolor que se entretejían entre risas y llantos,  fracasos y pequeñas glorias familiares, las luchas de mis hermanos, la mía. Ver a mi padre llorar fue lo más triste para mí, nunca lo había visto así, ni cuando perdió todo; cuando le tiraron su buseta, el único medio que tenía para subsistir se la lanzaron alguna vez desde un gran cerro, a él le dijeron que fue un accidente, pero otras personas le contaron lo contrario, ya que a la persona que se la dejó ese día, era alguien que sentía mucha envidia por mi viejo, pero el tiempo es juez y verdugo y siempre el destino nos permite ver algunas veces, que todo lo pagamos aquí, todo lo malo que hagamos a otras personas, que  la providencia tiene regalos maravillosos para quien ha sido generoso y bueno, además recuperaría sus cosas de nuevo y ésta vez mi hermano Domingo se haría cargo de manejar para que mi padre descansara un poco, así lo hizo hasta que el destino marcó un nuevo rumbo: Barranquilla, ya mi padre había enfermado y cuando recibimos la noticia, fue muy duro pues tuvimos que estar un rato dentro de la clínica con mi hermana Sofía, para salir como si nada hubiera pasado, y él nos preguntaba qué había salido en los resultados, nosotras no quisimos decir nada, pero su pulmón estaba completamente invadido y tal vez lo tendríamos por muy poco tiempo, pues era muy posible que éste maldito comején hubiera invadido todo su cuerpo.

Hoy lo observo viéndose al espejo, con sus ojos húmedos y yo con una gran barriga de mi segundo hijo, me acerqué y se tomaba los brazos, se estiraba la garra de sus morenos brazos, ya casi pegados a sus huesos, -“mire mija… no soy nada, mire en lo que me he convertido ", yo saqué fuerzas de donde no tenía y lo abracé, tapé el espejo y le dije que no se viera más ahí, que eso era sólo un espejo y un reflejo,y él era mucho más que eso, era un hombre ejemplar que dedicó su vida, su juventud y su fuerza a labrar una historia familiar, que de eso estaba orgullosa, que era el mejor padre del mundo, pero que ahora debería aceptar con la misma fuerza y valentía lo que estaba ahí, una entrega silenciosa al Creador de todo, un sueño terminado, o tal vez, un sueño que hasta ahora  iniciaba; lo abracé… nos abrazamos y juntos lloramos un largo rato.

Todos los días lo masajeaba, lo rasuraba, pero ésta semana sucedió algo mientras estaba ahí con él antes de iniciar los masajes que los hacía con tanto amor, cada caricia era una oración pidiendo un milagro por la salud de mi viejo, pero cada día se desmoronaba más, se iba poco a poco, como una tibia corriente de agua dulce con su mirada triste. Amaba mucho la vida, amaba todo lo que le rodeaba y nunca se aferró a nada material, sólo a su martillo y herramientas de trabajo, pero también le alcancé a decir que se olvidara de eso, que no tenía ninguna importancia cuando él siempre nos recalcaba que nunca tuviéramos llena la casa de cosas inútiles, de adornos y muebles que llenaran nuestro propio espacio, que no sintiéramos apego a nada, pues algún día marcharíamos y nada de eso nos podíamos llevar, sólo lo necesario para vivir, y así lo hizo él toda su vida, con su infaltable radiola antigua y su música, y los perfumes que le regalábamos que los usaba sin lástima, pues era filipichín y coqueto enamorado siempre de las mujeres que llenamos su vida, todas las hembras de todas las especies fueron sus consentidas, era un verdadero hombre, dulce y cálido como un gran árbol de frondosas ramas.

Ésta vez lo encontré mirando al cielo, una pared blanca, pero sus brazos levantados como si alguien estuviera hablando con él. ¡Tan linda! – dijo-, yo traté de tomar una de sus manos pero él la empujó, estaba era ahí en ese momento fascinado con esa gran sonrisa y sus ojos brillantes, y cuando le pregunté qué había visto, me dijo que a una mujer muy hermosa, muy bella que le sonreía y lo tomaba de sus manos.

Ya lo sabíamos, el doctor lloró con nosotros, le había tomado mucho cariño pues decía que se parecía mucho a su padre, y al día siguiente, a las 3 de la mañana llegó Juan Carlos a mi casa que quedaba cerca, donde vivo ahora. Sheila, vamos, es urgente, mi padre las necesita…

Sólo alcancé a tomar su mano, recuerdo la tibieza de la que hablaba, como una suave corriente que de pronto llegó al mar, y al momento sentí su mano muy helada…

Mi madre no recordó oración alguna, sólo estábamos ahí todas sus mujeres, todas sus hijas, los muchachos tendrían la tarea más triste… pero en éste momento sólo suspiró y ya mi padre no estaba ahí, había marchado a ese sitio donde ha de estar, si es que los ángeles existen, allá ha de estar subiéndole las enaguas a San Pedro y haciendo reír a todos en el cielo.

El espejo continúa en la alcoba de mi madre, últimamente la he observado detallando su rostro, y su verde mirada tiene un brillo tan dulce que hace que mi corazón dé un vuelco, y un atoro en mi garganta, ese mismo atoro de aquél día, regresa nuevamente…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, Colombia, abril 9/12

RANITA PERDIÓ SU NORTE


RANITA PERDIÓ SU NORTE

Su pasión era escribir, pero últimamente ya había perdido hasta el deseo de hacerlo, sabía que lo que hacía era como dejar un pedazo de su propio lago vacío en cualquier sitio, todos tenían sus propios cuentos, sus enredaderas de colores y sus cardos espinosos y ella era muy necia con sus historias repetidas, hoy se había dado cuenta que tenía un saco sin fondo, que por más que luchara, nunca lo llenaría, y era ese vacío de nuevo donde presentía que no debería permanecer más en un lago sucio donde ni sus flores tendrían oportunidad de brillar y florecer.

Decidió que compraría lotería, pues ahí aunque no lo crean, también ellas tenían sus propios juegos de ganar y perder y a ella le encantaba éste juego, donde el dinero hoy día es parte importante para sobrevivir y el que diga lo contrario es porque está cómodo, porque tiene trabajo, oportunidades y alguno de sus sueños se ha cumplido, casi siempre quien está apoltronado contando su dinero es quien más consejos da.

Deje de quejarse tanto Ranita bullera le decían a mi amiga, trate de hacer otra cosa, envenene todos esos perros que cuidan tu lago, salga de todo lo que le estorbe, viaje, disfrute, goce de la vida, no todo es dinero, no piense tanto en él… pero quién carajos no piensa en el dinero si es con lo que compramos hasta la felicidad que pareciera girar en torno a lo que puedas conseguir con él; estudio, viajes, vestido, alimentos, quién puede ahora vivir sin el dinero?... tal vez los zánganos que se posan en las esquinas pidiendo para comprar, pero Ranita no es un zángano ni un renacuajo siquiera, ella lucha a diario por conseguir algo, por ahorrar para un viaje añorado que quiere hacer o para pagar las deudas que tiene, pero siempre alguien le encuentra sus cosas y se las saquea, pareciera vivir con el enemigo con alguien que quiere pisotearla, arruinar su existencia y sin herramientas, sin armas para luchar se propone a saltar hacia el lago vecino donde ha escuchado croar muchas ranitas diferentes y donde ve que sus posibilidades pueden ser otras, yo siempre la aliento, soy su mejor amiga y confidente, le digo que siga soñando, que siga creyendo en el mañana, que levante el rostro y salte siempre con ese carita hermosa siempre alegre, con esos colores divinos que la naturaleza dotó su graciosa imagen, que siga salto a salto por entre los perfumados lotos… ese colibrí extenderá sus alas creyendo que es una hermosa flor , y entre los dos construirán nuevos sueños en otro huerto, o en otro lago, o en otro sueño dentro de los propios.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 9/12

MI MARINERO Y YO



MI MARINERO Y YO

¿Qué recuerdo?... a ese marinero tostado por el sol
Su boca mueca de tantos golpes de la vida…
Tanto estrellarse con su barquita de papel
Y yo aquí… esperando que recoja cocos…que traiga dátiles
Que trabaje para su divina mujer…

Hoy lo vi muy abatido, fue a darse golpes de pecho en la iglesia
Estaba ardido con el mundo… se había enterado que el 70% de la humanidad es pobre
Mientras el otro 30% absorbe todo, lo desperdicia, lo lanza al fuego
Los vicios, la vanidad, el consumismo…

Estaba como un político bueno recién llegado a un pueblo
Los campesinos lo rodean, brindan sus mejores platos…
Escuchan sus promesas en época de elecciones y después…
Los grandes “dotores”… olvidan que por ellos están allá
Que gracias a sus ingenuos votos… han perdido sus parcelas
Que sus caminos sembrados de minas les han robado hasta sus vidas.

Nunca lo había visto tan triste… es que él también a pesar de parecer una roca
Tiene sentimientos…
Me trajo un lorito muy hermoso… un ramo de violetas que dejó sobre mi mesa
Aquí en la cocina son pocas las flores que recibo;
Son muchas las bellezas que vuelvo trizas con mi afilado cuchillo
Mucha vida que devoramos a diario sin preguntarnos nada…
Nuestra hambre es tanta… que abusamos, siempre queremos la mejor pesca
Los mejores peces sobre nuestra mesa, aunque no merezcamos ni sus espinas.

Hoy celebramos a un Dios vivo, siempre confundo, Jesús, Dios, y creo que son uno solo
Y estoy segura que lo crucificamos a diario, eso no cambiará, tendría que el mundo ponerse patas arriba…

Todos los cocos que están arriba tienen que caer… pronto…
El mundo ha de cambiar, las personas tienen que responder a un cambio de actitud… yo no me incluyo ahí…
Estoy metida hasta el cuello… pero aún así… hay algo en nuestro interior que nos obliga a mirar
Yo estoy aquí en proa… aún no me aprendo las partes de mi barca, o en popa, o sobre esa escalera altísima
Desde dónde puedo ver mucho más allá que las águilas…

He visto esa mirada de mi marinero perdida allá… en ese espacio insondable
En esa mente suya libre y altanera… y tímidamente me acerqué…
Lo tomé con cuidado con mi garfio… le arañé sus intimidades provocando una sonrisa de placer…
¡Qué importa le dije!... vamos a disfrutar la alegría de estar aquí los dos hoy…

¡Mira esa estrella que veloz surca el cielo! ¡Pide un sueño!
Y él… mi adorable marinero; me vio a los ojos… nunca lo había hecho…
Y en silencio; sólo con el canto de las olas sobre las rocas
Con la fuerza de un ardor contenido y un amor ambicioso…

Me dijo: pido a Dios, para que éstos segundos sean eternos
Y me abrazó en silencio… largo rato… hasta que nos recostamos por ahí…
Y se escuchaban los besos de las olas sobre las inmensas rocas,
Parecía  que las caracolas hablaran y el silencio no existiera.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 8/12

¿ALGUIEN COMPRENDE DE LO QUE HABLO?


¿ALGUIEN COMPRENDE DE LO QUE HABLO?

Me siento tan pálida…
No es mentira ni estoy inventando nada
Es una palidez que pareciera corroerme por dentro
Como cuando tienes hambre atrasada y nada te llena.

Mis ojos los siento tan pesados…
Es una carga que me consume y me asusta
Y pareciera ser el daño de un comején
Un camino extenso lleno de senderos
Todos conduciendo a un mismo sitio…
O tal vez a ninguna parte.

Me duele el pecho… el estómago…
Un dolor oculto en todos los lados,
Y en ninguno… como si el alma me fuera robada
De a poco… sin lástima… y de nuevo llega ese atoro
Un dolor agudo en mi pecho… pero es un dolor que no descifro
Como una garra que te abre el corazón sin que la veas
U n cuchillo que te arranca de a poco la poca dignidad que tienes
Pero tal vez ya no tengas nada…

Es tan difícil explicar lo que siento…
No quisiera manifestar dolor sino alegría…
Pero la blancura de mi rostro me delata
Y trato de soportar… es como una locura
Y veo sus máscaras oscuras que me divisan
Y esos rostros sin alma… el rostro de la muerte
Con una guadaña oxidada… pues huyo de ella…

Y de nuevo al cerrar los ojos… vislumbro todo…y a la vez nada
Y quiero decir algo pero me dejo llevar de nada…
Y me anuncia de nuevo con la misma carcajada
Que ese dolor nunca acabará… si hay un mañana lo sabrás
Comprenderás de qué es lo que hablo…

Si hay un día nuevo, donde pueda vislumbrar
Las amapolas de nuevo virando al sol
Y los ojos viéndose los rostros… sin imaginar
Que ese mañana estaremos todos fuera…
Ni uno solo sentirá lo que hoy siento…
Pues nadie sabe… de lo que estoy hablando…
Ni aún yo… es sólo una locura… un círculo que se cierra
Y cuando abro los ojos de nuevo…

Ahí está… el espejo me delata…
Sigo siendo la misma cara pálida de siempre…
Y un tormento nuevo… me consume… lentamente…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 4/12

AUSENCIAS


AUSENCIAS 

Te noto ausente de mis ojos.. de mis palabras cautiva
Ausente de mi cariño que prodigó un jardín nuevo
Los cantos de mis muchachos como trino de sinsonte
Sus carcajadas al viento sus carreras sus afanes...

Te noto ausente de mi boca... de mis dolores nuevos
Quebrantos de madrugadas consumiendo lo que soy
Las palabras que dibujo con el color de mi alma
Y los versos que brotan como agua de manantial.

Te veo lejano... pendiente de tus mariposas...
Que como divinas cometas aletean con la brisa
Y sus quebradizas alas de amor vencidas...
Hoy alegran tus ojos... mañana las encontrarás rendidas
Agotadas del dulzor robado en otros jardines
Mientras aún así... perdido y amanecido...
Corres tras sus vuelos, ajenos y prohibidos.

Que ésta dura ausencia no te mate...
Éste reseco verano me dejó ya sin lágrimas
Se cultivan nuevos azahares que llevaré de otra mano
Y una sonrisa dibujo complacida con el cielo
Y la providencia querida... que me regaló un nuevo lucero.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 7/12

UN MINUTO DE SILENCIO, POR FAVOR



UN MINUTO DE SILENCIO POR FAVOR

Yo solo pedí que se callaran…
Tan sólo un minuto de silencio 
Tan sólo un balbuceo leve de palabras
Pero la carcajada resonaba… y yo callé.

Seguía con el corazón oprimido
Una extraña sensación que me dolía
Ese atoro de nuevo en mi garganta
Y la mirada tal vez perdida.

¡Silencioooo! - Pedí de nuevo…
Ya mi voz casi quebrada…
¡Silencio por favor… no digan nada!
¡Que no se escuche una sola carcajada…!

Acaso saben todos los presentes
Que aquélla… la que va en ese baúl blanco
¿Era sólo una niña que cursaba quinto grado?
Se enteraron que de mañana recogía margaritas
¿Y oraba arrodillada?

Sabían que la pobre niña… siempre tenía una canción en sus labios,
¿Una divina sonrisa que nos inundaba?
¡Nadie lo sabía!... tan acostumbrados estamos al dolor
Y aquélla pobre niña de piernas quebradas…
La que endulzó ésta soledad y ésta pobreza de vida…

Ella… ella era mi niña…
Ella se quebraba entre mis brazos cada madrugada
Y entre las dos… con la angustia del terror
Con aquéllas pisadas de botas negras y oscurecidas aún más
Donde el fango y la suciedad se posaban…
Siempre orando sobrecogidas a nuestro ángel de la guarda
Siempre… cobijadas con el latir de nuestros corazones
Pedimos una ayuda a Dios…

¡Silencio!... silencio por favor… -y el llanto quebró la estancia-
Esa pequeña rubia de ojos claros…
Ella… mi muñeca como el claro amanecer de mis inciertos días
Se marchó con todo lo que amaba…
Sólo pido un minuto por ella… y por todas las obligadas a mirar al cielo
Con esos cristales de pureza y con una boca sellada a la fuerza
Con esa oración pendiente que se la robó la selva
Y ese ahogado grito que nunca pronunció…

Un minuto de silencio… por favor…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 7/12

MI POETA DE ALAS AZULES


MI POETA DE ALAS AZULES

Estabas ahí mi dulce poeta
Amanecido como las auroras
Triste, meditabundo claro
Manos pálidas de amapolas.

Te vi desgranar tus ojos por tu madre
Ya un prostíbulo denigró su vida
Y entre tus lágrimas me abrazabas
¿Quién tu tristeza comprendería?

Danzabas a la vez con las mariposas
Azules cometas levantadas al viento
Y con tu trampa las aprisionabas
Y con una daga sobre blanca espuma
Moría la bella… sin queja alguna.

Mordías mis labios mientras sonreías
Tocabas mis pechos y te enardecías
Movías tu talle como danzarinas olas
Y a la par moría de pasión contigo.

Buscabas mientras te buscaba…
La distancia cruel que nos da el destino
Una marcha sin despedida…
Mi poeta encantador de mariposas azules
De pálido rostro como las margaritas.

Llegaste al fin a ese soñado paraíso
Drogado al fin eras más feliz
Perdido en las esencias malditas
Que se dona en estos tiempos;
Donde la vida del hombre poco importa
Sino el blanco polvo que te hará partir.

Y allí cuando al atardecer te nombro
Una fugaz estrella observo pasar
Nubes grises llenan mi corazón de pena
Y un quebranto que pronto me hará llorar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 6/12